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En la 12 avenida, 7-12, zona 1 de Xela, se encuentra una de las casas que ha sido testigo muda de la historia y del desarrollo de Quetzaltenango.
En el terreno donde fue construido el inmueble funcionó, por el año 1852, el antiguo convento de Belén, liderado por Sor Encarnación Rosal, que albergaba a monjas, sin embargo, la revolución liberal de 1871, impulsada por el entonces presidente Justo Rufino Barrios, llevó a que el inmueble fuera expropiado y las religiosas expulsadas.
Otro acontecimiento importante que marcó la historia de Quetzaltenango y Guatemala ocurrió el 15 de octubre de 1944, en la esquina donde se encuentra la vivienda, y significó el inicio de la llamada Revolución de Octubre del 44, a la cual posteriormente siguieron las primeras elecciones presidenciales libres del país, y los gobiernos que marcaron los llamados Diez Años de Primavera.
Tras enterarse de que la propiedad había sido expropiada, el ciudadano y jefe político don Francisco Sánchez solicitó dejar sin efecto la expropiación, y ceder la casa a la comuna quetzalteca, lo cual fue aceptado.
Posteriormente, a principios del siglo XX, en la vivienda funcionaron oficinas y consulados, y sirvió como residencia al destacado arquitecto italiano Alberto Porta, constructor del Pasaje Enríquez.
En 1950 funcionó en el lugar la histórica farmacia Zea, una de las más prominentes de la época, y cuyo propietario fue el farmacéutico Agripino Zea Magaña, quien también fungió como alcalde de la ciudad altense. Además, ahí nació y vivió Ana María Zea, quien fue Musa de los Juegos Florales Hispanoamericanos, e inspiración del célebre compositor David «El Chivo» Hurtado, quien compuso en su honor la melodía Ana María.
Tras cerrar sus puertas la farmacia Zea, funcionaron en el lugar comercios diversos, entre ellos la heladería Candy; hasta que en la década de 1970, la comuna decide vender la propiedad a personas particulares.
Un negocio de tradición
En agosto de 1994 abrió sus puertas en esa histórica propiedad el restaurante quetzalteco Albamar, con su lema «Sabor y alegría familiar. En la variedad está el gusto», el cual a lo largo de más de 23 años se ha posicionado como un ícono de los quetzaltecos y en el escenario de reuniones familiares, y eventos sociales y culturales.
En la actualidad, el restaurante cuenta con un espacio amplio y abierto para degustar variedad de platillos, un área con salón para eventos diversos y conferencias, y un espacio más íntimo y moderno con mesas y cómodas butacas.
«Qué bueno que Albamar se preocupe por dar a conocer lo que la bruma del tiempo se llevó», expresó el ciudadano quetzalteco Marco Antonio Villagrán.
La casa fue construida a finales del siglo XIX, y al igual que Albamar, es parte de la historia de Quetzaltenango.
Conoce en esta galería cómo es el edificio por dentro, y cómo era el sector en antaño.
Fuentes: Libro Placas Conmemorativas de Quetzaltenango, escrito por el historiador y exalcalde de Quetzaltenango, Jorge Valverde Peña; Marco Antonio Villagrán, y el historiador Francisco Cajas Ovando.