Heráclito afirmaba que “todo fluye”. Estamos en constante movimiento en todo sentido: en sentido emocional, cognitivo y por ende, a nivel conductual. No hay ningún día exactamente igual. Es importante, entonces, estar abierto a los cambios. Pero también hay que estar conscientes de que cada día es diferente, y que cada día nos trae nuevas situaciones a las cuales debemos adaptarnos con paz y tranquilidad.
Posiblemente, ustedes estén experimentando situaciones estresantes a las cuales deba adaptarse: el nacimiento de un hijo, un nuevo trabajo, una pareja, un cambio de casa, el traslado de un lado al otro. Hay otros cambios propios de la vida, como, el paso de la niñez a la adolescencia, de la adolescencia a la juventud, de la juventud a la adultez y de la vida adulta a la vejez. Y ante estas situaciones hay que tener mucha claridad emocional, para poder adaptarnos de una manera sana a los cambios planificados y repentinos que nos trae la vida.
El tener una mente abierta a los estresores diversos es clave. Para eso es esencial hacer ejercicio, leer un buen libro, escuchar nuestra música preferida, incluso comunicarnos con Dios. Estos elementos que he señalado nos pueden ayudar a adaptarnos a los cambios de la vida, pero sobre todo a las situaciones estresantes que implica vivir.
No es nada fácil adaptarse a las nuevas situaciones de la vida. Y es posible que nos compliquemos la vida en momentos específicos en los cuales el “otro” o los “otros”, ejecuten acciones, que, desde nuestro punto de vista, no están bien. Y es válido sentirse incómodo. Pero ese “sentirse mal”, debería ser momentáneo y temporal. Esto es lo que debe caracterizar a las personas con una buena dosis de resiliencia y fácil adaptación a los cambios.
No sé qué cambios esté usted experimentando en su propia vida. Pero lo que puede auxiliarle en ese proceso de adaptación, es tener paz interior y tranquilidad en el alma. Esto no se logra de la noche a la mañana. El adaptarse sanamente a las tormentas de la vida, es un arte que se adquiere poco a poco.
Si nosotros mismos descubrimos que no tenemos ninguna capacidad para adaptarnos a las tensiones de la vida, hay que buscar ayuda. Y si descubrimos que los que viven a nuestro lado no logran adaptarse con serenidad a las situaciones complejas de la vida, hay que apoyarles para que busquen ayuda. Caso contario se sufre mucho, y nuestra salud, en general, se viene abajo.
Tener capacidad de adaptación a los cambios y situaciones difíciles de la vida, es un aprendizaje de todos los días. Y como nadie puede dar lo que no tiene, entonces es urgente que cada uno se proponga buscar los medios y las estrategias para adaptarse a los momentos adversos de la vida. Las personas resilientes afirman que la vida no es complica, sino que hay momentos complicados. Y así es, son “momentos”, son episodios pasajeros.
Por lo tanto, si queremos ser personas con una buena dosis de adaptación a los momentos adversos de la vida, seamos personas creativas, confiemos en que sí podemos enfrentarnos con calma a los momentos estresantes de la vida. Veamos cada situación difícil como una oportunidad para aprender y mejorar. Seamos hombres y mejores optimistas y acerquémonos cada día más a personas que nos ayuden a sumar momentos positivos.
Pidamos a Dios, que, así como su Hijo Jesucristo, se adaptó a esta humanidad compleja y complicada, nos ayude a adaptarnos a los momentos tormentosos de nuestra vida.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.