Los precios en un estadio, teatro o conciertos son estipulados por la oferta y demanda del mercado, no es que se los inventen o se fijen al cálculo.
Desafortunadamente, son decisiones técnico-empresariales muy discutidas, pero le otorgo la razón a los directivos, aunque lamentablemente nos pasaremos llevando a muchos Superchivos fieles y constantes en toda la temporada, aquí pagarán las entradas personas que hasta nunca han ido al estadio, pero tienen ese poder adquisitivo para cumplir un capricho personal de estar en una final tan apetecida como la de Xelajú vs. Antigua.
Se quisiera que las entradas costaran Q100 o Q125, pero es imposible mantener un precio tan popular y al alcance de tantas personas, lo cual aseguraría que suceda lo mismo que el sábado pasado contra Guastatoya, donde se agotaron las entradas en un lapso de 4 horas desde que se abrió la taquilla, en este caso quizás se agotarían en 2 horas.
El problema medular y principal aquí es la pequeña capacidad del estadio Mario Camposeco, únicamente 10 mil aficionados, cuando el partido ante Guastatoya requería como mínimo 25 mil espacios. Mucha gente se quedó sin poder asistir. Entonces, en la regla general de la oferta y la demanda, existe en esa gráfica demasiada demanda y poca oferta (asientos en el estadio). Por lo tanto, cuando se tiene una demanda tan alta y una oferta tan pequeña (capacidad del estadio), se fija una cantidad «x» para satisfacer el mercado. Aunque el precio sea hipotéticamente alto, se venderá toda la boletería. Obviamente, quedarán fuera muchos de los que asisten consecuentemente al estadio, pero eso ya no es culpa ni de la directiva ni de ellos mismos, sino de la capacidad del estadio.
Si, por ejemplo, tuviéramos un Estadio Nacional Doroteo Guamuch, como el de la capital, se podría hacer una buena «discriminación de precios», como se le conoce en el mercado. Allí, casi todo el mundo escogería dónde ingresar por la variación de precios, lo cual abarcaría un mercado más amplio. Por ejemplo, siendo un espectáculo similar allá, se colocarían precios así: Palco Q250, Tribuna Q200, Preferencia Q150 y Generales Q100. Realmente, ese es el problema: tenemos un estadio que se construyó hace 70 años, se mejoró con 4 mil espacios más cuando se le agregaron las gradas sur hace 20 años, pero aun así, el crecimiento de la población no va de la mano con escenarios de esta índole. La segunda ciudad del país necesita urgentemente un escenario deportivo acorde a su número de habitantes. Además, el Club Xelajú MC acapara la simpatía no solo de los habitantes del departamento de Quetzaltenango, sino también de Totonicapán, Quiché y Sololá, entre otros. Con más razón para este tipo de partidos se quedan fuera demasiados aficionados que quizá si tienen el dinero para entrar, pero no el espacio.
Tampoco existe un escáner en las taquillas para verificar qué aficionado ha sido fiel y quién es resultadista o de ocasión, para dictaminar a quién se le venden o no boletos. Son situaciones que ya se escapan de las manos de los organizadores. Pero si realmente quedaran fuera muchos fieles aficionados de siempre y estarán adentro muchos que quizá nunca asistieron en la temporada normal, así es el tema de injusto, pero más no se puede hacer, solamente compensarles en algún futuro, algún partido de preparación de forma gratuita.
En la última conferencia de prensa, el técnico Amarini lo mencionó, que la afición ya ameritaba un escenario más grande e hizo un llamado a los candidatos a alcalde para que propusieran algo al respecto. Pero seamos francos, la municipalidad jamás podría realizarlo por el monto tan exorbitante de millones. Lo que sí podrían donar a usufructo es un terreno de quizás unas 200 a 300 cuerdas y el gobierno central ejecutaría una obra que sobrepasaría los Q150 millones. En este caso, quizás mediante el Ministerio de Cultura y Deportes, entidad que ejecutó la ampliación del estadio hace 20 años en el tiempo del expresidente Portillo, siendo el viceministro un quetzalteco, el Ing. Miguel Ángel Recancoj. En ese gobierno también se realizó la megaobra del estadio Los Cuchumatanes en la tierra de uno de sus líderes políticos de ese partido, el general Efraín Ríos Montt. Paralelamente, también Mario Estrada, miembro de ese partido en ese entonces, hizo lo mismo al remodelar y ampliar el estadio de Jalapa, ahora para unos 16 mil aficionados. De esa forma, únicamente podríamos soñar con un estadio nuevo, con un «padrino» en los próximos gobiernos, que nos puedan asignar una obra de esa magnitud. Esa no solo aportaría al fútbol, sino también a otras disciplinas deportivas que se practicarían, como el atletismo.
Algunos preguntarían qué se podría hacer con el Mario Camposeco a futuro. Pues lo mismo que Municipal hace con el Estadio «El Trébol»: partidos que no son tan taquilleros se utilizarían el Mario Camposeco, y partidos de otra magnitud e incluso para la selección nacional, aprovechando la ventaja deportiva de la altura, se utilizaría el nuevo estadio. Esto se ejemplifica de forma hipotética, por supuesto. Ojalá y estas lecciones que estamos viviendo nos ayuden a desarrollar más nuestro territorio y el crecimiento del Club Xelajú MC. Porque si en la semifinal del fin de semana anterior se recaudó 1 millón, imagínense ya con un estadio del triple de capacidad, se recaudaría el triple también. Lo que significa una recapitalización más grande para el club, tanto en jugadores a futuro como en inversión en ligas formativas e infraestructura donde tuvieran alcance. Además, en Coatepeque, un municipio de Quetzaltenango, tienen un estadio para 20 mil personas, el Estadio Israel Barrios, el cual también ha sido utilizado por la Selección de Guatemala, pero en este caso es inversión privada.