El 24 y 25 de diciembre son días cuando los connacionales en Estados Unidos se transportan a su tierra en un viaje imaginario hecho posible gracias a las tradiciones guatemaltecas que guardan celosamente.
Preparan tamales de arroz, ponche, elaboran el nacimiento y van a misa duran te la Nochebuena, como si estuvieran en Guatemala; algo inevitable es la nostalgia de estar lejos de sus seres queridos, pero a raíz de ese sentimiento surge otra práctica que se ha vuelto parte esencial de este festejo: reunirse entre familias y amigos.
Mario Urla es de Quetzaltenango y su esposa Karla es originaria de Salcajá, pero ambos recrean todas las tradiciones guatemaltecas que vivieron durante su niñez y las heredan a sus tres hijos. Él se encarga de elaborar el nacimiento, mientras ella elabora los tamales y el ponche. A las 19:00 horas asisten en familia al templo de la Inmaculada Concepción, ubicada en Trenton, New Jersey, aunque residen en la ciudad de Hamilton, también de ese estado.
Al salir de la celebración litúrgica se dirigen a las viviendas de sus compadres para dejar algunos regalos a sus ahijados. Antes de la media noche se reunión en la casa de su progenitora junto con sus hermanas y respectivas familias. Sin embargo, en la mayoría de los casos la reunión es entre amigos, lo cual recrea ese calor humano característico de su tierra natal.
El 25 de diciembre, los niños se levantan muy temprano para destapar los regalos y a las 12:00 se hincan frente al nacimiento para elevar una oración, tal como pasa en Guatemala. La fiesta sigue a la hora del almuerzo, cuando comparten una sopa de pollo junto a las familias amigas que los visitan.
“Envío un abrazo fraterno a mis paisanos de mi amada patria y a quienes viven fuera de sus fronteras, les deseo mucha paz y que el amor de Dios reine en sus hogares. ¡Feliz Navidad!”, expresa el connacional Mario Urla.
Nacimiento elaborado por la familia Urla, quien vive en la ciudad de Hamilton, New Jersey. Foto La Voz de Xela: Cortesía