Al término de un año, por lo general, hacemos un conteo de las cosas buenas y no tan buenas que vivimos, como dijera alguien: “estamos en el mismo océano pero viviendo de diferente manera cada tempestad”, sin embargo, a la hora de hacer recuento de lo que experimentamos, sin duda alguna sopesan las cosas positivas que las negativas, aunque se hicieron evidentes cosas negativas, sin duda alguna llegaron a nuestra vida y sirvieron de escuela para aprender a no cometer los mismos errores, o las mismas acciones que realizamos. Puede ser que para muchos haya sido el año más doloroso por una pérdida irreparable, para otros un año decreciente financieramente hablando, para otros, un año favorable por bendiciones económicas y de trabajo, para otros simplemente un año más.
De cualquier manera al llegar a este momento de reflexión y análisis nos queda más que manifestar mucha gratitud, porque a lo largo de este recorrido tuvimos la oportunidad de escribir nuevas historias, recorrer diferentes caminos, conocer nuevas personas y sobre todo hacer que este maravilloso don que es la vida cuente cada día.
Por está razón es imprescindible que al iniciar un año lo iniciemos con la expectativa de que será un año diferente y mejor para cada uno y si bien es cierto para obtener resultados diferentes debemos accionar de diferente manera, sin culpas de lo que no logramos, sin esperar que llegue algo especial a nuestras vidas para experimentar la felicidad, sin pesos y cargas que obstaculizarán nuestro caminar y con la absoluta confianza que el sol volverá a brillar.