En el capítulo ocho, verso uno, del libro de Ester, dice que: “Ese mismo día el rey Asuero le dio a la reina Ester las propiedades de Amán”. Para entender este verso debemos retrotraernos al capítulo cinco, verso once, de este mismo libro “e hizo alarde de su enorme riqueza…”, vemos que Amán no tenía riqueza, sino que tenía una enorme riqueza. Vamos a hacer énfasis en el capítulo ocho, versículo once, de tres puntos: El primero: Ese mismo día: esta expresión, nos muestra que un día puedes amanecer sin riqueza, pero, así como a Ester, puedes ser activado de un día para otro. Y en ese mismo día, como Ester, te activarás en bienes raíces, vas a atraer los bienes raíces que hombres como Amán están construyendo con el propósito de transferirlos a hombres y mujeres que tienen propósito en su vida, que tienen el favor de Dios en su vida, que tienen la gracia, el amor y la bondad de Dios sobre ellos. “Ese mismo día”, un solo día le bastó a Ester para tener una enorme riqueza, a Ester le bastó estar cerca del rey, le bastó estar en el reino, a Ester le fue suficiente tener el favor y la gracia de Dios para que en ese mismo día ella experimentara la activación de bienes raíces.
El segundo punto: el rey Asuero le dio a la reina Ester: lo que necesitas para ser activado en bienes raíces es relacionarte con la persona correcta, lo que necesitas es estar cerca del rey. Necesitas tener una relación constante y permanente con el rey, acercarte al dador para experimentar en tu vida una activación en bienes raíces.
El tercer punto: las propiedades de Amán: Ese mismo día Ester recibe propiedades, ella recibe los títulos de propiedad, las escrituras en donde aparecía su nombre como la propietaria de la enorme riqueza de Amán, aparecía como la dueña de esa riqueza que alguien más había construido sin temor de Dios y sin propósito. Los reyes dan propiedades, y en el nombre de Jesús declaro que el Rey de reyes te dará, te confiará propiedades, bienes raíces.
Recuerda que las propiedades que Ester recibió eran de Amán, un hombre con una enorme riqueza pero que nunca descubrió el propósito de esa enorme riqueza, mientras que Ester era una mujer que tenía propósito. No le pidas a Dios riqueza sin antes conocer tu propósito; pídele conocer tu propósito para que te sean dadas las riquezas.
Ahora que conoces cómo opera el rey (dando), y cómo opera Ester (recibiendo); hay un tercer movimiento que es administrando, y lo vemos en Mardoqueo al ser entregadas las propiedades que ahora pertenecen a Ester al operar con mayordomía y siendo confiable para administrar bienes raíces. No importa cómo estés operando, si hoy estás dando, si estás recibiendo o si estás administrando, lo importante es que te muevas en el círculo de los bienes raíces.