Se cree que durante los primeros cuatro años de vida recibimos 431 mensajes negativos. Y durante los primeros siete años de vida son muchos más. Los gestores, los causantes de estos mensajes son las personas que viven cerca de nosotros: papás, hermanos, tíos, primos, entre otros. Esos pensamientos como: no sirvo, nadie me quiere, nadie me toma en cuenta, no soy bonito/a, son ideas aprendidas en los primeros años de vida y son los causantes de la baja estima y del pobre conceptos que tenemos de nosotros mismos cuando ya somos adultos.
El “yo adulto” sufre las consecuencias de todos esos mensajes negativos que cargamos desde la niñez. Todo lo que uno es en el presente (pesimista, negativo, agresivo) normalmente se debe a un pasado negativo. Cuando uno ya es adulto no comprende ni entiende muchas de las acciones o reacciones propias, pero la mayoría de lo que se es en el presente se debe a un pasado no grato para nuestra vida. Por lo que en el presente tenemos que hacer algo, para no continuar caminando haciendo daño por donde nos hicieron daño.
Los sentimientos de culpa, los miedos y las reacciones desproporcionadas tienen su origen en el pasado. Incluso, el concepto de un Dios fetiche, de un Dios castigador, policía y controlador viene de esas sombras de nuestros primeros años de vida. La pregunta es ¿Quiero continuar viviendo de esa manera? La respuesta cada uno la tiene. Pero creo que nadie quiere seguir cargando con ese montón de mensajes negativos. Todos queremos vivir una vida más tranquila y llena de paz interior.
Entonces, la decisión de soltar ese pasado negativo es una responsabilidad personal. Cada uno elige seguir con ese mal genio, con esa baja estima, con ese negativismo a muerte y con esa depresión en la que hemos caído. Comprendo que no es fácil soltar y dejar ir todo lo negativo del pasado. Y es que nos hemos acostumbrado a vivir entre charcos de agua sucia, y parece que nos gusta. Todo mundo nos dice que estamos mal y que lo que tenemos que hacer es cortar con ese pasado, pero muchas veces somos nosotros los que no queremos dar ese paso.
“Dar ese paso” es necesario y urgente en la vida. Si no podemos dar ese paso entre ese pasado negativo y la nueva persona que queremos ser, como dice la canción, la vida seguirá igual o peor. Si por propia iniciativa no somos capaces, busquemos ayuda profesional. Algunas veces es necesario dejarse ayudar por alguien para darse ese paso necesario en la vida. Eso sí, acudamos a fuentes sanas y sabias.
Dar ese “salto” entre una vida mediocre que llevamos y la nueva vida que queremos, implica llanto y dolor. Pero si queremos que el día de mañana sea mejor que hoy, hoy tenemos que hacer esta decisión: “ya basta de estar nadando entre agua sucia, aunque me cueste y llore, voy a dar este paso en mi vida”. El problema de no dar ese paso es que sufrimos nosotros y hacemos sufrir a las personas que viven con nosotros, poque son las que nos tienen que aguantar.
Ese niño/niña vulnerado y herido requiere una sanación integral. Tenemos que reconciliarnos con ese niño herido y decirle que a partir de este momento ya no sufrirá más, porque ahora ya está grande, y que este “yo adulto” va a proteger a ese niño maltratado durante su niñez. Una vez reconciliados con ese niño herido, nuestra vida adulta se desarrollará de una manera más plena. Una vez reconciliados con el pasado seremos más libres y felices. Por cierto, “Feliz Día del niño!
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.