Reiterar que Guatemala no pasa por sus mejores días es reconocer que a pesar de que estamos pasando por un mal momento, continuamos siendo una nación, por añadidura, acostumbrada al eterno sufrimiento que ocasiona hacer las cosas mal, sempiternamente mal… Por tanto, hemos sido expectativa fallida: los que pudimos ser y no fuimos.
El gobierno no tiene ni la más mínima idea de cómo administrar, honrada y capazmente, al país. Hoy que no vivimos los mejores días como sociedad, cabe la reflexión de lo que tanto se necesita para cambiar el rumbo, para revertir esa detestable tendencia a la derrota. Ni Biden ni Bukele, ni tampoco Batman vendrán a solucionar la excesiva degradación de nuestro país. Basta ver la insistencia gubernamental de sangrar al pueblo con más impuestos, con elevar las tasas tributarias; pretensión oficial que contrasta con la falta de contraprestación al contribuyente, el despilfarro, el aumento del gasto público, el latrocinio burocrático y la voraz rapiña de los altos funcionarios en robar.
En tanto la crisis económica predomina, se mira como Tu Muni no se queda atrás, impone cambios de vías, provoca accidentes, embotellamientos, pérdida de tiempo, gasto adicional de combustible y descontento entre automovilistas, consecuencia de la improvisación de los burócratas o mejor dicho burrocratas…
Pagamos impuestos para no poder circular con libre albedrío, además que las carreteras están en ruinas y tanto que me parece ofensivo que se ofrezca más seguridad al burócrata nacional y extranjero que al ciudadano guatemalteco. Nunca en mi vida había visto tanto policía, ni representantes de tránsito para “los amigos visitantes”, y que, según ellos proveerles de seguridad, los mismos que siempre brillan por su ausencia los 365 días al año.
Los grandes males piden grandes remedios, aún la tendencia mundial expone la reducción de dimensión de la estructura de los gobiernos y es que, en circunstancias críticas, el país ya no está para despilfarros y corrupción. ¿Qué va a ser de nuestro país, del sueño de desarrollo, si, inescrupulosamente, se insiste en el populismo, en alentar las pasiones de la masa joven, en convencer del derecho a la cosecha, sin siembra previa? Sin sesudas elaboraciones, sin alusiones históricas, sin otro fundamento la evidente incapacidad para gobernar con mínima aptitud, decencia, respeto al pueblo y amor por Guatemala.
El peor enemigo de un gobierno corrupto es un pueblo culto, pero como siempre fallamos. Les dejo la frase de Joan Baez: “Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella”