Tanto ustedes como yo, estamos inmersos en una realidad; una realidad diversa y compleja. La semana recién pasada, fue una semana sangrienta en Xela. Parece que los humanos nos estamos deshumanizando cada día más. Somos seres complejos. Pero creo que este caos humano que estamos viviendo, puede mejorar si mejoramos los seres humanos. Nos hacemos bolas casi por todo. No todos, pero hay varios, en la diversidad de gremios profesionales, que se complican la vida más de la cuenta.
Para poder vivir en una sociedad más humana, los primeros que tienen que cambiar, somos nosotros, los que formamos la sociedad. En el corazón de hombres y mujeres hay mucho odio y resentimiento; y esa maldad es la que está convirtiendo a este ser humano en alguien que no es.
Si queremos vivir en una sociedad más sana y santa, una sociedad en donde se respire el amor y el perdón, necesitamos urgentemente insertar e integrar más a Dios en esta sociedad. Una sociedad en donde se margine a Dios, esa sociedad va a la ruina. Por eso es importante que cada uno de nosotros inserte a Dios en su vida. Una vida sin Dios no tiene sentido.
¿Cree usted en Dios? ¿Quién es Dios para usted? ¿Qué papel desempeña Dios en su vida? Los seres humanos tenemos necesidad de Dios en nuestra vida. Por lo menos “yo” sí tengo necesidad de Dios en mi vida. Desde mi experiencia de vida, estoy plenamente convencido de que es Dios quien ha guiado mi vida hasta el día de hoy. Dios es el único que nos comprende y nos ama tal como somos.
En este sentido la espiritualidad es importante: “La espiritualidad es el camino y los medios propios para santificarnos. La espiritualidad cristiana es el conjunto de caminos y de medios propios de los cristianos para santificarse en el Espíritu. Es camino propio para vivir “según el Espíritu” (Rm 8, 4.9), para vivir una vida espiritual, para ser santificados por el Espíritu, (Mos. Julio Daniel Botía).
Hombres y mujeres necesitamos sintonizar cada día más con Dios, para hacer en nuestra vida, lo que Dios quiera y no lo que nosotros queramos. En el mundo actual es indispensable cultivar más el amor y la santidad. Sólo el cultivo de valores y virtudes evangélicos, puede reducir los índices de violencia física, psicológica, sexual y económica vigente en muchos espacios de la sociedad.
Luego de los ejercicios espirituales que tuvimos en nuestra Arquidiócesis esta semana, he llegado a la conclusión de que es importante dejarse encontrar por Jesús, por Dios. Reflexionamos sobre la importancia de ser hombres y mujeres santos a través de la práctica de los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia. Santificarnos por la comunión y la ayuda fraterna con los demás. Lavarnos los pies unos a otros y de dejarnos encontrar y acompañar con Jesús al estilo de los discípulos de Emaús.
En un mundo lleno de odio, envida y resentimiento, es importante comenzar un proceso de santificación desde ese espacio en donde cada uno está todos los días. Ese proceso de santificación comienza por reconocer que se es pecador y que necesitamos de la gracia de Dios. No es suficiente sólo con reconocer, sino que hay ponerse manos a la obra, es decir, hacer algo para preparar nuestra casa y que Dios entre en nuestra vida.
Termino este artículo con una frase escrita por el Papa Pablo VI, dirigida a los sacerdotes, pero yo la parafraseo y la dejo así: “Si eres cristiano, ¿Por qué no eres santo? Y, si no eres santo ¿Para qué eres cristiano?”.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.