“Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé; te buscaba fuera de mí, y Tú estabas dentro de mí”,(San Agustín). En tiempos del Coronavirus es clave la actitud que el ser humano asuma ante la enfermedad. Cada uno reflexione sobre su estilo de vida en estas últimas semanas; recuerde que es importante lavarse las manos, usar mascarilla y quedarse en su casa.
Por otro lado, es importante volver la mirada hacia nosotros mismos, y redescubrir la grandeza espiritual que existe dentro de cada uno. En lo más íntimo de nosotros está Dios. Ante la incertidumbre de lo que pueda pasar en Guatemala con el Coronavirus, el único que puede fortalecernos es el Dios de Jesucristo. En palabras de San Juan de la Cruz, los guatemaltecos estamos pasando una noche oscura; nos levantamos, hacemos lo que tenemos qué hacer, llega la tarde y todos nos encerramos con la esperanza de escuchar nuevas y mejores noticias.
Este año, la Semana Santa es un verdadero viacrucis en vivo. No es nada fácil para los guatemaltecos saber que la muerte nos anda rondando. Estos días santos: jueves, viernes, sábado y domingo de resurrección, hinquémonos e imploremos a Aquél que nos dice: “vengan a mí todos los que están cansados y agobiados que yo los aliviaré”, (Mt 11, 28). Si todos, en lugar de hablar de los demás, hablamos con Dios, les aseguro que el Covid-19 no nos afectará tanto. Pero si por el contrario, le damos rienda suelta a nuestros instintos personales y familiares, armando fiestas privadas, el Coronavirus nos pasará la factura.
Durante estos días santos intentemos cultivar la santidad y el amor dentro de nosotros. Cerremos nuestros ojos y confiemos en que Dios va a demostrar que ama a Guatemala. En este viacrucis del Covid-19 no estamos solos; Dios acompaña a su pueblo.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.