Estas dos semanas nos han dejado varias lecciones, unas me han forjado el alma, para poder aceptar y convivir con esta pandemia, que ha puesto en jaque al planeta.
Sentir la impotencia y esperanza de lo que vendrá, nos enseña a vivir cada día con más rigor y humildad. Es sublime saber que al cerrar los ojos, Dios está dentro de cada uno de nosotros, sin importar que religión profesamos, sino que pone a prueba la fe, por suerte Dios es misericordioso y nos dicho a viva voz que debemos cambiar de actitud y estar más cerca de él.
Y pensé que hay cuarentenas que siempre están y que las pasamos “sin chistar” (sin reclamar en lo absoluto) que se llevan con apoyo y lealtad, con tolerancia, paciencia y sobre todo con amor. Y ese amor es más fuerte, cuando nace de nuestra familia.
Para encontrarse conmigo, recorrió 30 kilómetros en su bicicleta, que es por ahora su patrimonio, reflexioné sobre lo que él requería para sentirse tranquilo, tres cosas: arroz, frijol y huevos. –Con eso se fue contento- Y a veces uno se reniega porque se encontró una cebolla en la sopa.
Me dolió no poder abrazarlo, para agradecerle de la lección que me dio, a veces es mejor andar “liviano” como decía Cabral, total cuando te vas, con corona virus o no, no te llevas nada. Al final de nuestros días, ahora con más razón, lo que importa es la solidaridad que hayamos sido capaces de brindar, lo demás no cuenta.
Ella comenta:
“No considero aislamiento tener que quedarnos en nuestra casa al lado de quienes amamos. Aislamiento es lo que los enfermos graves están viviendo. Paremos de decir que estamos aburridos, por no poder salir de casa; mientras todos los que están en los hospitales quieren volver a casa. Mejor, agradezcan a Dios por estar en casa, con empleo o sin empleo, estas en el mejor lugar, en tu hogar, cercado de quienes te aman”.
Y en verdad, si cada uno de nosotros nos diéramos el trabajo de averiguar del estado de nuestros vecinos, de nuestros amigos, de las personas que a veces ni siquiera queremos hablar, y extendemos nuestro apoyo, habremos mejorado como seres humanos.
Seamos optimistas, hagamos propuestas, cumplamos como ciudadanos, nos es fácil entender lo que nos está pasando, al final de la pandemia entenderemos que la economía se puede recuperar, lo que no podemos es a un humano resucitar.