El edificio en que se encuentra hoy la Casa de la Cultura y la Biblioteca Municipal de Quetzaltenango fue construido en el solar que durante varios siglos (prácticamente durante toda la época Colonial), funcionó como Camposanto, siendo éste propiedad de la Iglesia Católica, formando parte del conjunto que se completaba con el Templo del Espíritu Santo (hoy Catedral de Quetzaltenango), y el antiguo Convento de los Franciscanos (hoy sede del Arzobispado de los Altos).
El gobierno liberal presidido en su momento (1872) por el Licenciado Miguel García Granados dispuso la expropiación de los bienes de la Iglesia ordenando, en octubre de ese año, la exhumación de todos los cadáveres de ese antiguo Camposanto a su sede actual en el Cementerio General de la Ciudad situado en el Barrio del Calvario.
Una vez retirados los cadáveres del lugar, el Gobierno liberal ordenó construir en el sitio una alhóndiga para la venta de harina y cereales, y la Cárcel de la Ciudad, obra ésta que dirigió el Aparejador español don Domingo Goicolea, quien utilizó la habilidad de los canteros locales para construir un bello edificio en piedra de estilo Neoclásico y que funcionó para el propósito indicado hasta los años 60 del siglo pasado, cuando el Alcalde de la Ciudad, Doctor Alberto Fuentes Castillo ordenó el traslado de la Cárcel a otro sitio, remodelando las instalaciones para adecuarlas a sus usos actuales, esto es, la Casa de la Cultura de Quetzaltenango que alberga un pequeño teatro, el Museo de Ciencias Naturales, el Museo de Historia y en un lateral del edificio la Biblioteca pública de la Ciudad.
La parte sur del edificio, que durante años funcionó como patio para que los reos salieran a “recibir el sol”, se habilitó para mercado, siendo actualmente utilizado como bodegas para los comerciantes que administran tiendas en el mercado municipal que se ubica en la parte oriente, calle de por medio del edificio de la Casa de la Cultura.
Fue así como de una cárcel este edificio pasó a ser utilizado con propósitos de mejor y mayor utilidad.