Uno de los términos que más se ha utilizado para referirse a la situación del país últimamente es el de crisis, tan común, que se menciona cada vez que es posible según las noticias que se den a conocer, y que tendría relación con la tercera acepción de la palabra: Situación mala o difícil (RAE, 2014).
Ciertamente sería una crisis cada situación mala o difícil que se presente, sin embargo, el uso generalizado de la expresión sin que exista claridad sobre la gravedad y el ámbito en que se presenta la crisis, reduce el análisis y limita la posibilidad de buscar soluciones; puede haber crisis en la economía, educación; crisis política, de valores o alimentaria. Así mismo, la constante repetición de esta palabra crea la duda de si se vive en un estado permanente de crisis, o si estas situaciones se dan de manera variable en el tiempo.
En ocasiones, los términos se repiten sirviendo de caja de resonancia de un discurso, sin profundizar en el conocimiento del problema, y es que las crisis no son del todo negativas, pero encierran sus riesgos.
Por un lado, de los momentos de crisis pueden surgir las mejores soluciones a las dificultades, porque también significa cambio profundo (primer significado según el Diccionario de la RAE); pero, de igual forma, hay quienes buscan sacar provecho del caos y el desorden, como lo ilustra un refrán popular; promover, entonces, una idea de inestabilidad o crisis, puede tener un interés subyacente.
Cuando existe una crisis no se debe esconder, aunque tampoco sobredimensionar. En cualquier caso, lo importante es cómo se resuelva.