Todos hemos nacido por alguna razón; nadie existe en este mundo solo porque a alguien se le ocurrió que naciéramos. Independientemente de las circunstancias en las que se haya nacido, cada ser humano ha sido pensado y llamado a la existencia por un ser superior a nosotros.
Lamentablemente no todos descubren la razón de su existencia. Hay varias personas que creen que han nacido para ser “pollos” y no águilas; nacen, crecen, se reproducen y mueren.
Sin embargo, la coyuntura actual de Guatemala requiere de hombres y mujeres que tengan bien clara la razón de su existencia en este mundo. No han nacido por gusto. Todos tenemos una razón por la cual existimos. Hay mucho qué hacer por Guatemala.
Posiblemente algunos podrán decir que no se puede hacer nada, puesto que no se está en un puesto público desde el cual se puede hacer algo para transformar a nuestro país. Pero yo creo que sí se puede, porque todos los días tenemos la oportunidad de ser pequeñas gotas de amor ahí donde estamos. Cada quien elige lo que quiere ser y hacer.
Vocacionalmente hablando, muchos han elegido casarse, consagrarse en la vida religiosa o bien quedarse solteros o solteras. A nivel profesional, otros han elegido ser médicos, abogados, enfermeras, secretarias, administradores, arquitectos, etc. Cada quien puede utilizar la vocación y la profesión que ha escogido para transformarse y transformar a la sociedad en general.
No puedo negar que hay momentos difíciles y complejos en el desempeño de la vocación y profesión. Hay noches oscuras, callejones sin salida, trampas peligrosas puestas por nuestros enemigos y un montón de gente envidiosa que lo único que quiere es vernos mal. Si este fuera su situación actual, no les haga caso, porque la “fruta de madura se cae solita”. Los enemigos tarde o temprano caen, y pagan cada lágrima que le han hecho derramar.
Por muy duras que sean las pruebas que esté enfrentando en su vocación y profesión, no desista, sino que insista y persevere hasta lograr sus sueños. Trascienda y deje una huella indeleble en esa institución en donde actualmente está. Los sueños se construyen día a día.
La perseverancia es una actitud de ser firme en alcanzar lo que uno se ha propuesto; es autoproponerse algo y luchar por alcanzarlo. “Si una persona es perseverante, aunque sea dura de entendimiento, se hará inteligente, y aunque sea débil se transformará en fuerte”, (Leonardo Da Vinci). La perseverancia es “constancia en la virtud y en mantener la gracia hasta la muerte, (Diccionario de la Real Academia).
Por lo tanto, no importa el tamaño del problema que tenga en su vocación o profesión; lo que sí importa es “perseverar” hasta llegar a la meta. No hay que caer en las trampas que los otros nos pongan en el camino.
“Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes: se siembran las semillas, se abonan, y se riega constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. No pasa nada con la semilla durante los primeros seis años, a tal punto que, un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año, en tan solo seis semanas, la planta crece ¡más de 30 metros! Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento, que iba a tener después de siete años”.
Si en este momento nos sentimos desanimados, porque no nos va bien, tengamos paciencia; talvez lo que hay que hacer es regar y abonar ese proyecto, ese compromiso, esa vocación y profesión con paciencia y perseverancia. Para echar raíces profundas hay que pasar por momentos de oscuridad. Así que ¡Nunca se rinda!
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.