Dice el refrán que “de todo hay en la viña del Señor”. En el libro de su vida encuentra una gran cantidad de personas que en algún momento de su vida participaron en su crecimiento personal, porque, por sus acciones, le enseñaron qué hacer y qué no hacer, en quién confiar y en quién no confiar jamás. Tanto amigos como enemigos le han ayudado a estar en donde hoy está.
Le invito a que le dé un vistazo a ese libro de su vida. Posiblemente encontrará personas a quienes, por salud mental, tiene que “dejarlas ir”. No puede permanecer aferrado a personas que no son significativas y que sólo le usaron cuando usted les servía; pero una vez usted dejó de ser útil, fue desechado como basura.
Un elemento importante en la vida es tener salud mental, y por salud mental, hay que “dejar ir” a quienes no merecen ser parte de su círculo de amigos. Por ejemplo, Jesús amaba a Judas, pero cuando éste tomó la decisión de traicionarlo, Jesús lo dejó ir, para que hiciera lo que tenía qué hacer. A Pedro, lo dejó en libertad para que confirmara ser su discípulo o para que lo traicionara.
Menciono esto, porque uno de los tormentos principales en la cabeza de muchas personas es esa poca capacidad de “soltar” a personas muy cercanas y queridas, pero que, por salud emocional y mental, es urgente tirarlas al río y que se vayan. No tenga miedo de dejarlas ir. Es doloroso tener que “dejar ir” a las personas que amamos, pero que no podemos seguirlas contemplando, porque no desperdiciarán oportunidad para mordernos como perros traicioneros. El “soltar” a personas o situaciones estresantes es recomendable para tener una buena salud mental, emocional y espiritual.
Si de verdad nos amamos y amamos a los demás, hay que dejar ir a quienes yo no nos ayudan a crecer en nuestra vida. Por dignidad y caridad hay que hacerlo. No es sano tener en nuestro círculo de amigos a personas que hieren por donde fueron heridas. No tenga miedo de “soltar” a quien es necesario dejar ir en su vida.
Según, Bárbara Schmidt Harrison, “una persona difícil no es alguien que simplemente tiene un día malo, o alguien con quien tú tienes un conflicto de personalidades. El individuo difícil lo es, frecuentemente, con casi todo el mundo”. La persona difícil rompe el ritmo de trabajo en cualquier institución, hace difícil la comunicación entre los trabajadores, incomoda a otros, tiene el problema crónico de dar siempre quejas, vive siempre criticando, habla mucho y no hace nada, es divulgador de todo, se considera víctima y lo peor es que, según él, todos los demás están mal.
Cuando alguien ya le faltó el respeto, se lo seguirá faltando toda la vida. Erróneamente algunos creen que con el pasar del tiempo esas personas cambiarán. Pero fíjese que no. Quien es resentido, resentido morirá; excepto que tome la decisión de convertirse en una mejor persona.
Así que, usted no siga intentando cambiar a las personas difíciles, porque cuanto más lo intente, más se frustrará. Quien tiene que modificar su actitud es usted. Si actualmente está viviendo una situación difícil con alguien, le recomiendo respirar profundo y pedirle sabiduría a Dios, para, cuanto antes “soltarlas y dejarlas ir”.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.