Política y socialmente, la corrupción, es el peor de los males que un país, puede confrontar; cada centavo y el dinero que los ladrones y corruptos se roban, se lo están robando a todos los guatemaltecos, con el agravante de que, proporcionalmente, le están robado más, a quienes menos tienen: a los más pobres. Ya en anteriores comentarios, hemos abundado en que históricamente, la corrupción, llegó a nuestros países con la mal llamada conquista que no fue sino una ocupación y saqueo del reinado español, representado, en ese entonces, por la monarquía española; obviamente, ese, fue el principio; luego viene la independencia y los gobiernos que, pasando por los intentos de integrar a Centro América, se vinieron sucediendo hasta los que, a su vez, ha y vienen gobernando a la República de Guatemala. También hemos sostenido que, aunque en menor escala, exceptuando los gobiernos de Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz Guzmán, la corrupción siempre tuvo presencia en gobiernos sucesivos y, al llegar la “era democrática”, finalizar el último de los golpes de Estado y la llegada de Vinicio Cerezo al poder, es cuando principia desenfrenadamente la corrupción, hasta llegar a los límites escandalosos e insostenibles que actualmente, se confrontan en Guatemala.
Consecuencia de la tolerancia, complicidad, o participación directa de los gobernantes en turno, es el grado de corrupción que hemos experimentado y seguimos viviendo en Guatemala; el mejor ejemplo y una fotografía ampliada de esta percepción, la encontramos en la administración de los dos últimos gobiernos: mejor ejemplo, no podemos encontrar. Lo grave de una situación como tal, es que, cuando se llega a niveles como los que la corrupción ha alcanzado en Guatemala, y la responsabilidad recae en la cúpula gubernamental, hechas las honrosas excepciones, este vicio se convierte, en una cadena formada por eslabones en los distintos niveles del gobierno como la crisis que confrontamos, lo viene confirmando. Como si esto fuera poco, para ampliar la triste situación a que nos ha conducido la corrupción, tenemos que agregar, al análisis de la coyuntura actual, algo no menos preocupante: la improvisación, incompetencia e improvisación de no pocos funcionarios que llegan al ejercicio del poder, vía los procesos electorales; los ejemplos, están a la vista: el pacto de corruptos, tránsfugas y otros muchos casos que se podrían agregar, son la mejor ilustración.
Frente a un panorama como el que se viene comentando y una realidad que, por dolosa que sea, no puede ocultarse y menos ignorarse, cabe preguntarnos si, frente al proceso electoral que ya está en marcha, debemos o no, reflexionar sobre la responsabilidad histórica, moral, social, económica, política y espiritual, que los ciudadanos tenemos para meditar serenamente por quien o quienes emitir el voto en el momento de sufragar el día de las elecciones en el mes de Junio próximo; precipitarnos sin meditarlo por el bien de Guatemala, es arriesgarnos a votar por la alternativa equivocada; auscultar cuidadosamente entre las alternativas que se barajan para gobernarnos los próximos cuatro años y en función de lo que queremos para Guatemala, es lo recomendable para no ser cómplices de optar por la alternativa más perjudicial, para Guatemala. Es menester aceptar y reconocer que, por un lado, tenemos al pacto de corruptos, a corruptos y corruptores fácilmente identificables; a incapaces e incompetentes que solo buscan su enriquecimiento personal y engañar a quienes de buena fé e ingenuamente, se dejan sorprender. Por otro lado, y, después de analizar las distintas alternativas, optar por la menos perjudicial para Guatemala, es lo conveniente y aconsejable. No todo es malo ni todo es bueno: de todo, hay en la viña del Señor. Además y por otro lado, a quien nos pretende engañar; a quien busca engañarnos con su discurso barato y demagógico, falsas promesas y otras artimañas de los politicastros, hay que pagarles con la misma moneda; un dicho popular sentencia que: engañar a quien pretende engañarnos, no es engaño y, a los politiqueros, corruptos, tránsfugas y demás hierbas que pretenden engañarnos, a todos, hay que decirles que sí pero reservar el voto, por el o los que más convienen a Guatemala; votar por corruptos y tránsfugas, es traicionar a Guatemala, además: LADRÓN QUE ROBA A LADRÓN, TIENE CIEN AÑOS DE PERDÓN.
Soy un profesional comprometido con la transparencia, la crítica y la propuesta, e identificado con los problemas sociales; los intereses y necesidades de los de a pie. / lufesaldy@hotmail.com