TODA PALABRA
Uno de los elementos que está faltando en el corazón de muchos guatemaltecos es la gratitud a Dios por el país en donde nos permitió nacer. Al mismo tiempo debemos entender que cada país en el mundo tiene cosas buenas y malas. Por ejemplo, la mayoría de países europeos perdieron el concepto de familia y culturalmente son fríos en sus relaciones familiares, en cambio, los guatemaltecos somos cálidos y apegados a nuestras raíces familiares. Por otro lado, los países europeos son más cuidadosos con el manejo de la basura o el medio ambiente, y nosotros todavía no hemos avanzado mucho en esos temas.
Lo que sí es cierto es que cada país necesita de buenos ciudadanos que lo amen más allá de las palabras, y lo demuestren con acciones concretas. Uno de los factores que desanima a muchos guatemaltecos a ser buenos ciudadanos es el hecho de tener malos gobernantes. Por eso nos quejamos del actuar de los mismos, y por ende asumismos que la mala conducta de ellos nos da el derecho de ser malos ciudadanos. Esta manera de pensar representa una doble tragedia para nuestro país, porque aparte de tener malos gobernantes también está condenado a aguantar malos ciudadanos. Lo correcto sería que cada guatemalteco ame a su país a través de ser un buen ciudadano, a pesar de tener malas autoridades.
Para ello existen maneras prácticas de hacerle el bien a nuestro país, por ejemplo, no deberíamos orinar en las calles. ¿Es usted de esos malos ciudadanos que ‘por necesidad’ se arriman a cualquier pared y vacían su vejiga? Esta práctica se ha vuelto tan común, que el otro día vi a un piloto de buses urbanos orinando recostado sobre la trompa de su autobus en el redondel a Tecún Umán, eran como las tres de la tarde y el caos vehicular que dicha acción causó era grande. ¿Lo hizo por necesidad? No lo creo, porque a cien metros de allí hay una gasolinera con baños, y a otras dos cuadras otra. Esas son las acciones que demuestran que todavía no amamos a Guatemala.
Es un pastor que goza del contacto con la gente y encuentra mucha satisfacción al comunicar las ideas de manera clara y sencilla.