De acuerdo con registros no oficiales más de dos millones de guatemaltecos viven en territorio estadounidense, otros miles lo hacen en territorio mexicano, canadiense, etcétera, etcétera. Todos ellos han buscado condiciones de vida mejores a las que les ofrece el país. La historia se remonta a los años cincuenta, cuando el gobierno gringo invadió tierras nacionales, asumió el poder el Coronel Carlos Castillo Armas e inició un proceso de persecución política contra académicos, sindicalistas, estudiantes, activistas sociales y defensores de los derechos humanos.
Todos huyeron a diferentes regiones del mundo. Con el inicio de estos regímenes militares se agudizó la pobreza, aumentó la desigualdad, la explotación laboral se legalizó. La esclavitud que se había abolido en el gobierno de Jacobo Arbenz regreso al terreno de las fincas cafetaleras, ingenios azucareros y otras plantaciones.
Este escenario obligó a muchos guatemalteco a buscar mejores condiciones laborales. Un trabajador en una fábrica devenga hoy un salario de entre Q50 y Q60 quetzales diarios, en dólares equivale a USD6.4 y USD7.70. Este valor en el territorio del norte equivale a media hora de trabajo, por lo que sí un connacional labora ocho horas, obtiene en un día el monto equivalente a una quincena. Es cierto, se gasta más, pero con esfuerzo, sacrificio y disciplina, el monto obtenido en un año en Estados Unidos, lo obtendría en Guatemala en diez. Esta es una gran diferencia, si no cambian estas condiciones, nunca será atractivo para los guatemaltecos quedarse acá, aunque se creen un millón (como dice el Ministro de Gobernación) de empleos.
Ser “Tercer País Seguro” representa un gran compromiso para el Estado. Debe proveer a todos aquellos que soliciten asilo en territorio nacional educación, salud, vivienda, alimentación, trabajo y seguridad. No importa el origen del solicitante. El acuerdo no establece límites, por lo menos es lo que se sabe hasta hoy, por ello la familia del ciudadano ruso Bitkov, famoso en su lucha anti Cicig, ya ha solicitado ese asilo. En este caso es una familia rica, con recursos de origen ilícito, pero al fin recursos, no les hace falta, seguramente por sus vínculos gubernamentales tendrían trabajos bien remunerados en el gobierno, quitando la oportunidad a ciudadanos guatemaltecos.
El Estado guatemalteco está en trapos de cucaracha, en salud no puede atender la crisis ocasionada por el dengue, los hospitales están colapsados. En seguridad los índices delincuenciales han aumentado, más crímenes, dividido por más población, refleja un indicador menor, pero en valores absolutos, se cometen más actos delictivos este año, que el anterior.
¿Qué clase de educación podemos ofrecer a hermanos salvadoreños y hondureños? El sistema educativo carece de cobertura en un 100% para su población, las escuelas presentan un estado de calamidad en la mayoría de establecimientos.
Y el empleo ni se diga. Ocho de cada diez empleos los ofrece la economía informal. No son las empresas agrupadas en el CACIF las que ofrecen empleo en el país, ellos apenas aportan uno de cada diez. Además como indiqué anteriormente, el empleo es mal remunerado, lo que no ofrece condiciones para vivir, a no ser un pequeño grupo de profesionales de clase media.
Es grave comprometerse a dar asilo en las condiciones deplorables que este gobierno deja el país, con pobreza cerca del 60%, desnutrición del 46%, falta de acceso a la salud y educación. El arribo de ciudadanos de cualquier país del mundo agravará las condiciones humanitarias de nuestro país.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.