Inmediatamente después de la llegada de los conquistadores españoles a América se establecieron en diferentes lugares los Ayuntamientos como mecanismo de gobierno local, bajo la premisa que la convivencia de españoles e indígenas facilitaría que estos aprendieran “las buenas costumbres” que según su cultura los españoles asumían como superior. Sin embargo, ante los abusos de algunos conquistadores, – especialmente por las Encomiendas y el Repartimiento de indios-, la Corona española dispuso la separación física en dos diferentes “repúblicas”: las de españoles y las de indios, provocando con ello una separación étnica. En la segunda, la de indios, se estableció lo que se llamó “Pueblos de Indios”. Y a partir de ello la denominación de Ayuntamiento se utilizó para el gobierno de los “Pueblos de españoles”, y la denominación de Cabildo, para el gobierno en los “Pueblos de Indios”.
En Guatemala la fundación de Pueblos de Indios fue por primera vez propuesta por el Obispo Francisco Marroquín, en 1538, aun cuando su implementación se inició por Real Cedula de 1545 atendiendo ordenanza del Rey quien instruía “recoger y juntar” a los indígenas en pueblos, -las famosas reducciones-. El primer pueblo “reducido” fue el de Tecpán Guatemala, siguiéndole Chimaltenango (concretamente Comalapa), Atitlan (Sololá), San Miguel Totonicapán y Quetzaltenango.
Los Pueblos de Indios eran aldeas que tenían como propósito concentrar en un sitio físico a los indígenas que vivían dispersos para cristianizarlos, adiestrarles en nuevos oficios, cobrarles tributos y utilizar su mano de obra; fue una estrategia de aculturación. Se establecían estos pueblos bajo dos posibilidades: a partir de la Reducción, estrategia utilizada para concentrarlos en un lugar; o sobre una aldea ya existente, como las denominadas en lengua náhuatl “altepl”. Este es el caso del Pueblo de Indios instalado en Quetzaltenango, lugar en que habitaban K’iche’.
Los Pueblos de Indios se construían bajo el diseño de las ciudades españolas, en forma de damero o cuadricula, con una plaza central rodeada de un portal para comercios, una capilla, la cárcel o calabozo y la casa del Cacique, que normalmente era un Noble indígena venido a menos a partir de la conquista y que debía obedecer las instrucciones de la autoridad española, sirviendo de intermediario entre el Cura y el Corregidor, siendo este último la autoridad superior encargado de todas las reducciones y de los indígenas que habitaban los Pueblos de Indios de una Comarca. Luego del terremoto del año 1773 en la Ciudad de Santiago de los Caballeros, un importante número de funcionarios y comerciantes españoles y criollos se trasladó a Quetzaltenango, aumentando el número de los que ya habitaban ese Pueblo de Indios, con lo que, a partir de varios años de gestión, los “ladinos” lograron que el 3 de enero de 1806 la Audiencia aprobara la creación del primer Ayuntamiento de Quetzaltenango. A partir de esa fecha, Quetzaltenango dejó de ser formalmente un Pueblo de Indios, aun cuando la Alcaldía Indígena siguió funcionando hasta finales del siglo XIX. En Acta del 22 de septiembre de 1810 el Ayuntamiento, atendiendo propuesta de un hermano de Cirilo Flores, elevó a su Majestad, el Rey de España, solicitud para otorgarle a Quetzaltenango Título de Ciudad, asunto que se logra hasta 1825.
Con motivo de la invasión francesa a España en 1808, se instalaron las Cortes de Cádiz, que promulgaron una Constitución de corte liberal, negociada en Bayona (Francia), que dio a todos los habitantes de América, indígenas y no indígenas, la categoría de ciudadanos, con lo que por un tiempo todos los habitantes de Quetzaltenango también fueron considerados ciudadanos iguales. Este “privilegio” se canceló con la vuelta de Fernando VII al trono español en mayo de 1814.
A partir de la Independencia (1821), los derechos de ciudadanía entre indígenas y ladinos se han venido homogenizando. Quetzaltenango demuestra hoy que es posible vivir una autentica interculturalidad, a partir del conocimiento y respeto mutuos.