“Un terminal terrestre es una herramienta de mejora competitiva indispensable, donde lo público y privado unen esfuerzos para generar una carta de invitación permanente de una ciudad”.
En mi debut de la semana pasada, recibí gratos comentarios de mis compañeros de las diversas tenerías, un ministro de Estado, lectores de otros países, amigos de antaño; pero sobre todo de personas que las conocí recién ahora, que al leer mi propuesta, enviaron mensajes, que son la mejor motivación para seguir. A todos muchas gracias por su atención.
Inicio, el señor Enrique Peñalosa Londoño, exalcalde de Bogotá, logró algo que en Colombia fue casi insólito, “les cumplió a los ciudadanos que lo eligieron”.
Se plantó en la defensa del interés público y recuperó 600,000 metros cuadrados de espacio público, creó 30 ciclosrutas, implantó el pico y placa, calendario diario de impedimento de circulación de autos particulares dependiendo del último dígito de su placa, y mantuvo la hora zanahoria, esto es, una norma de cultura ciudadana, en la que se valora la vida humana y se autocontrola la hora de no venta de alcohol, entre las 13 y 16 horas, y una hora máxima de cierre de licoreras, discotecas, nigth clubs, etc. de las 00:02 a.m., moderación en la cantidad de alcohol ingerido en las fiestas de fin de semana y se toma la decisión de no conducir ebrio; además, siempre hay un conductor elegido, que es aquel miembro del grupo que no ingiere alcohol.
Transformó cientos de barrios marginales y les dio acceso a agua, alcantarillado, calles pavimentadas y escuelas nuevas o renovadas. Creó 200,000 cupos escolares más y construyó 1,100 nuevos parques. Multiplicó con creces la inversión en programas para los más desvalidos: niños maltratados, mendigos, ancianos pobres, entre otros. Inició la construcción de cuatro megabibliotecas y, para ganarle la partida a las urbanizaciones piratas, se inventó Metro vivienda. Además, Peñalosa logró cosas que parecían imposibles, como comenzar la evacuación de la Calle del Cartucho y el despeje de la plaza de San Victorino, que eran lugares de venta de personas informales. Con Transmilenio inició el primer sistema de transporte masivo de la ciudad.
¿Por qué comparto esta reflexión? Pues simple, cuando llegué a esta ciudad por primera vez, pensé que el bus iba a llegar a un terminal terrestre, y en Xela NO HAY, o al menos dista mucho de serlo. Cuando en ciudades andinas, hasta muy pequeñas, un terminal terrestre es una herramienta de mejora competitiva indispensable, donde lo público y privado unen esfuerzos para generar una carta de invitación permanente de una ciudad. Inversionistas privados, hagamos algo al respecto.
Coincidió mi primera cita con Xela otra circunstancia triste, no había paso al botadero municipal, por tanto no se recogió la basura durante unos tres días, y sin la menor duda se sentía un mal olor propio de este tipo de residuo, pero ese no es el mal mayor, lo peor es que cada quezalteco producimos una cantidad de basura que nos pone como número uno en América Latina, ¡vaya logro! Busque información especializada y es verdad, no pude quedarme quieto ante tal situación, y acudí a la municipalidad para compartir información sobre gestión integral de manejo de residuos sólidos, y un concejal de esta ciudad fue a Quito, Ecuador a conocer sobre la tecnología usada y cómo esta gestión, a través de una empresa pública, puede ser llevada de forma eficaz y eficiente.
Hasta aquí los ejemplos foráneos, ahora lo que estimo debemos hacer: