Es evidente que la autoridad local del municipio de Quetzaltenango no hace algo concreto y efectivo con respecto a la alteración que han ido experimentando los parques, áreas verdes y otros espacios públicos. De ser lugares para pasar agradables momentos de solaz y esparcimiento, ocio y recreación, hoy nos encontramos que nuestros parques nada tienen que envidiarle a un mercado por la anarquía, desorden y suciedad. Ahora se ha vuelto normal que parques como el Central, Benito Juárez, por ejemplo, se visiten más como mercados, que como lugares para pasar unos momentos agradables con la familia, amigos o solos. Como mercados, nuestros parques se han vuelto depósitos de basura, se usan como letrinas, como cantinas, dormitorios y hasta de moteles.
De seguir ese proceso de deterioro e indiferencia de la administración municipal, llegará el momento en que lo que otrora fueron parques, sean solo plazas, donde vendedores informales se habrán apropiado ilegalmente los espacios, como lo han hecho en tramos significativos de calles y avenidas. El proceso de urbanización, lejos de llevarnos a un orden y una ciudad moderna, nos está retrocediendo a un pueblo de estilo colonial o medieval.
Las autoridades del municipio de Quetzaltenango tienen la obligación y responsabilidad de velar por los intereses de los vecinos de la ciudad, y al no hacer algo por detener y revertir el problema, o por lo menos ponerle un freno, se han ganado justamente el repudio y una mala imagen ante los vecinos. Es un principio universal que los intereses de la mayoría deben prevalecer sobre los de la minoría. Con la destrucción de los parques y otros espacios públicos, se están mancillando los derechos de la mayoría de los vecinos quetzaltecos, al tolerar cualquier tipo de vendedores callejeros, que en muchos casos, ni son vecinos de este municipio.
Cuando uno observa cómo se ha ido deteriorando la ciudad, da ira y tristeza por el crecimiento desordenado, privatización de hecho de los espacios públicos y particularmente, al evidenciar que los gobiernos municipales, cuyos integrantes cambian cada cuatro años, no hacen nada por detener ese desorden. Ante la falta de autoridad, solo quienes no quieren no ponen ventas o se apropian de cualquier espacio público.
Se entiende que solas las autoridades municipales no pueden resolver los problemas del municipio, pero deben dar directrices para que los vecinos apoyemos toda acción que beneficie a nuestro municipio y sus habitantes, antes que a personas provenientes de otros municipios.
Ya se avizora el proceso electoral del próximo año, por lo que es esencial que se empiece a evaluar desde ya los perfiles de los posibles candidatos a la alcaldía, concejales y síndicos, para no permitir que nuevamente lleguen personas a dirigir el municipio con una crasa incapacidad e improvisación.
Administrador público, economista, politólogo, abogado y notario, y profesor universitario.