La mera verdad no sé dónde empezar, la estupidez está en todos lados.
Vivimos en un mundo lleno de peligros, gente imprudente manejando a altas velocidades, dentro y fuera del trabajo, y no olvidemos a nuestros políticos, que además que son expertos en el arte de ser completos inútiles. Con cuidado porque creo que la estupidez es contagiosa, ya que no conoce límites.
Vivimos realmente ahora con tres grandes virus, los virus que nos hacen enfermar (coronavirus por ejemplo), los virus que destruyen la información de nuestras computadoras o celulares y el todo poderoso virus de la estupidez.
Carlo Cipolla, el maestro y filósofo, escribió un libro llamado: Filosofía de la imbecilidad. El punto de este libro, como existen una docena, es que ¡Estamos rodeados!, esto no es un mensaje de socorro, sino es algo peor: la estupidez no conoce límites. Ricardo Moreno, otro gran autor, mencionaba una cita “El motor de la historia es la estupidez y sus derivadas (la hipocresía, la intolerancia, el fanatismo, la ambición desmedida…”. En pocas palabras, la estupidez es más difícil de combatir porque es imprevisible.
La pregunta con posible respuesta ¿Somos más tontos ahora 2020 que en el pasado? Su respuesta es que la estupidez está más favorecida que nunca. Si no veamos nuestra actualidad para dar claros ejemplos: Neto vs. Tres Quiebres, Sammy y Jimmy Morales, Parlacen, Congreso, el tráfico y la lista continúa.
Pero la vida continúa así como la misma estupidez, desde esas personas que hablan sin conocerte ni en un mínimo sobre tu historia, hasta aquellos que critican tus victorias, celebran tus derrotas, lo cierto es que siempre hay que ir de frente derribando idiotas por los caminos aún por recorrer, porque aquellos siempre te darán la espalda porque gracias a Dios y a mi propio esfuerzo tengo todo y de sobra, y estos pobres les hace falta cabeza, sangre, corazón y ganas! Entonces solo nos queda confiar en nosotros mismos, estudiar, leer y echarle ganas y hacer omiso de muchas pendejadas que realmente dan tristeza, pero recuerden la estupidez es como la gripe, ninguno está a salvo.