Es evidente que el país se encuentra atravesando una crisis política, de la que aún no se tiene claro cómo va a terminar. Por otra parte, nuestra economía se encuentra en una etapa de desaceleración, lo que significa menos inversión, empleo e ingresos. Los asesinatos, extorsiones e inseguridad ciudadana, cada vez peor y a la orden del día.
Lo espeluznante, es que en medio de esa crisis que nos afecta a la mayoría como individuos y como población, en el Congreso de la República pierden tiempo valioso, discutiendo si se permite o no el ingreso de una banda de black rock. Después de las discusiones, aprueban el Punto Resolutivo 5-2018, por medio del cual rechazan la llegada de la banda sueca denominada Marduk para un concierto programado para el día once de octubre del presente año. En ese Punto Resolutivo, también acuerdan solicitar al Organismo Ejecutivo, que a través del Instituto Guatemalteco de Migración, se indique a quien corresponda de manera urgente, que se prohíbe el ingreso de cualquier persona relacionada con dicha banda, particularmente, a sus integrantes.
Está claro que el Congreso de la República, por medio de ese Punto Resolutivo, no prohíbe la entrada de la banda de rock, lo que aprueba es solicitar al Organismo Ejecutivo que sea él quien haga dicha prohibición, por lo que le corresponderá decidir si se acepta o no, esa solicitud. De acuerdo a lo establecido en el artículo 107 de la Ley Orgánica del Organismo Legislativo, los puntos resolutivos se emiten para hacer recomendaciones y otras declaraciones y deberán ser publicados dentro de los dos días siguientes a su aprobación.
Las personas que no están de acuerdo con la presencia de la banda Marduk en el país, tienen el derecho de pedir a las instancias estatales correspondientes, que se prohíba su entrada y deberán recibir una respuesta a favor o en contra. Ese derecho también, se ha ejercitado por medio de un sitio denominado change.org, donde se solicitan firmas para que la banda anticristiana Marduk no se presente en Guatemala. Al momento de escribir esta columna, habían firmado 62,861 personas. En forma análoga, quienes ansían que esa agrupación musical venga al país y presente su concierto, están en su derecho de utilizar todos los medios legales a su alcance para concretar su deseo.
En lo particular siempre me gustado el rock, especialmente, el de los años 60´s y 70´s, nunca había escuchado la banda Marduk, pero, con estos acontecimientos, busque en YouTube y escuché algunas de sus composiciones, la verdad, no me gustaron para nada, ni la música ni la letra. Solamente, me causó curiosidad y gracia su vestimenta y extravagancia.
Desde mi personal punto de vista, si se prohíbe el ingreso de esa banda debería ser, porque no cumple con requisitos establecidos en la ley, porque promueven la violencia, racismo, ideas fascistas o nacionalsocialistas, porque hay riesgos de accidentes, pero no, porque sean anticristianos, sacrílegos, profanos, blasfemos o satanistas, porque este país goza constitucionalmente de libertad de emisión del pensamiento y libertad de religión. Hacer ese tipo de prohibiciones, hace que nuestro Estado de por sí, con muchos señalamientos, sea visto como inquisitorio, atrasado, fundamentalista, arcaico, de doble moral, autoritario o ultra ortodoxo.
Ese grupo de rock, estuvo en el país en 2011 y no hubo mayores problemas, entonces por qué ahora tanto alboroto, o es que se quiere distraer también con este evento musical, la atención hacia los verdaderos problemas nacionales. El país tiene serios problemas y no es políticamente correcto ni justo que organizaciones y funcionarios de Estado, estén discutiendo nimiedades, abstrayéndose de las necesidades más importantes.
Además de nuestra Constitución Política, que garantiza la libertad de emisión del pensamiento en su artículo 35 y la libertad de religión en el artículo 36, también lo hacen importantes tratados internacionales, tales como: la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 en sus artículos 10 y 11; Declaración Universal de Derechos Humanos, en sus artículos 18 y 19; Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José), en sus artículos 12 y 13; y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en sus artículos 18 y 19. Esos principios, se han venido formalizando desde hace más de doscientos años y se destacan en los países donde se han alcanzado los mejores índices de desarrollo humano. Soporte jurídico y sociológico para esas libertades hay suficiente, no así, para restringir su ejercicio.
De acuerdo a lo establecido en el artículo 140 de la Constitución Política guatemalteca, nuestro sistema de gobierno es republicano, lo que significa que hay separación entre Estado y religión. Es decir, que el Estado funciona sobre la base de un sistema de leyes y cada ciudadano es libre de elegir su código moral y religioso. Por eso, se garantiza la libertad de religión o de cultos. No somos un Estado confesional o peor aún, un Estado teocrático, con una religión oficial, como sucede con los estados islámicos por ejemplo. En muchos acontecimientos del país, aún se puede observar la injerencia de la iglesia en el sistema de gobierno, lo cual no es saludable en una democracia que se desea consolidar. Eso no quiere decir, que la iglesia no participe, al contrario, debe hacerlo, pero, desde el lugar que le corresponde en la sociedad.
Todos somos libres para elegir la religión que mejor nos parezca, así como, a sus representantes y formas o música de alabanza, sea para Jehová, Jesucristo, Alá, Buda, Mahoma, Lucifer, Satán, Hunab Ku, Kukulkan, Marduk, Moloc o Quetzalcóatl, por citar algunas deidades de diferentes culturas. Todos tenemos el derecho de depositar nuestra fe en quien mejor nos parezca y la obligación de respetar la libertad de culto de los demás que no crean o piensen como nosotros. Permitir a unos el libre ejercicio de su culto y a otros no, viola la libertad de religión y la igualdad ante la ley.
Estar discutiendo si se prohíbe el black rock, el reguetón o los narcorridos, es muestra de mucha irresponsabilidad de parte de los funcionarios públicos, porque el país necesita en estos momentos, soluciones para sus verdaderos problemas estructurales.
Creo que con todo el alboroto que se ha armado, quien más ha ganado es el grupo de rock y quienes lo promueven, porque ahora más personas saben de ellos y seguramente, sus ventas e ingresos aumentarán.
Probablemente, no puedan estar en el país, porque aún no cuenten con los permisos correspondientes, como el del Ministerio de Cultura y Deportes, que debía solicitarse por lo menos con quince días de antelación.
Si ingresan o no al país esos roqueros, no es lo importante, pero, sí lo es defender la libertad de expresión y la libertad de culto, porque su alcance ha significado mucho derramamiento de sangre, en diferentes partes del mundo y en diferentes épocas. En pleno siglo XXI, aún hay países donde sus habitantes no pueden elegir libremente su fe, ni emitir libremente su pensamiento. Contar con la garantía de ejercitar esas y otras libertades, es resultado del pensamiento liberal y las conquistas de la civilización occidental, que hoy son restringidas en países con regímenes socialistas, totalitarios, autoritarios, encabezados por dictadores.
Administrador público, economista, politólogo, abogado y notario, y profesor universitario.