Desde hace varios años la ciudad de Quetzaltenango ha ido cediendo sus calles y avenidas al comercio informal, éste es un fenómeno que se deriva del crecimiento de la población y que hace que personas de otros lugares vayan a ciudades más grandes con la esperanza de tener un negocio propio iniciando con un comercio informal.
La relación entre el comercio informal y la municipalidad de Quetzaltenango cada vez es peor, por un lado vemos invadidas nuestras calles y avenidas de éstos negocios y por otro lado vemos una municipalidad incapaz y reactiva frente a dicha problemática, no es activa y mucho menos preventiva ante los riesgos que corre la población que convive con el comercio informal y no les proporciona las condiciones mínimas a los comerciantes informales para que éstos establecimientos no causen una tragedia.
Ésta semana fuimos testigos de un conato de incendio que se dio en el centro de la ciudad derivado de las malas condiciones en que tienen sus conexiones eléctricas éstos negocios y que de haber sucedido hubiera causado un desastre de grandes proporciones incluso a edificios históricos de Quetzaltenango, siendo hasta el día siguiente que algunos miembros del concejo municipal hicieron una inspección física para verificar el estado de las conexiones y trataron de mover los establecimientos comerciales pero como no inspiran la más mínima autoridad no les hicieron caso y las ventas informales lograron su cometido de quedarse instaladas.
No se trata de eliminar el comercio informal porque representa una fuente de ingresos para personas que de manera honrada se ganan el sustento de su familia, pero, la municipalidad antes de cobrarles el piso de plaza y autorizarles que tomen energía eléctrica (la cual pagan a la municipalidad) deben de garantizar las condiciones mínimas para los dueños del comercio como para los ciudadanos que pasan viven o trabajan en los alrededores de éstos comercios.
Valdría la pena que la comuna piense en una reubicación del comercio informal en donde este distribuido por sectores de acuerdo a la naturaleza del producto o servicio que venden, por ejemplo sectorizar las ventas de comida, a la vez separar las que utilizan gas propano para que éstas puedan tener supervisión para evitar posibles fugas, las que venden ropa, juguetes, etc, de ésta manera también podrían tramitar su credencial de autorización para distribuir y manipular alimentos lo que le daría plusvalía a su negocio ya que generaría confianza a la población para adquirir dichos alimentos. Así también los dueños de los establecimientos reducirían los riesgos de que ocurra una tragedia y perder su fuente de ingresos.
El problema fundamental radica en que el concejo municipal reacciona cuando ya han sucedido los eventos y carece de un plan que contemple la ruta a seguir para minimizar el problema del crecimiento descontrolado que ha tenido el comercio informal, además a éstas personas se les cobra derecho de piso de plaza y luz pero éstos recursos no se ven retribuidos en una mejora del servicio reciben pues la sobrecarga de energía eléctrica que provocan puede causar en cualquier momento una desgracia. Como ciudadanos solo nos queda la opción de tomar las precauciones necesarias al estar cerca de éstos negocios.