Ayer, 8 de marzo, se “celebró” el Día Internacional de la Mujer. Excelente. Fue muy bonito ver los mensajes, imágenes, versos, poemas, canciones que se desbordaron en las redes sociales, exaltando el valor de la mujer. Estoy de acuerdo en que hay que valorar el papel fundamental que juega la mujer en esta sociedad, pero no debe ser un símbolo de un día, esto debe ser un comportamiento de todos los días.
Sin embargo, hay muy poco que celebrar. A principios del siglo XX, en una fábrica textil de Estados Unidos (para variar) se quemaron 120 mujeres, según la historia, y algunos hombres. El número no es determinante, lo mismo hubiera significado la muerte de una. Las trabajadoras fueron encerradas en la fábrica, no se les permitió salir, mucho menos abandonar su lugar de trabajo, la puerta se abría hasta que finalizaba su turno laboral. Esta orden, venida del jefe en representación del propietario del capital, ocasiona esta tragedia sin precedentes. A pesar de la pena que causó el evento, este se repite una y otra vez en diferentes países, diversas culturas, desarrolladas y subdesarrolladas
En Europa existen hoy países que no pagan igual salario para un mismo trabajo a una mujer y a un hombre. Esta desigualdad existe, es real y cada vez es más violenta.
En 2017, 41 niñas murieron, 15 quedaron seriamente heridas, luego de que las autoridades del gobierno de Jimmy Morales ordenaron que fueran encerradas. Estas niñas peleaban para que sus derechos fueran respetados. Muy lejos de la realidad quedó el nombre del “Hogar Seguro”. Violaciones, trata de personas, abuso sexual, maltrato físico, entre otros, eran las denuncias de las niñas, quienes se quisieron pronunciar para ser escuchadas, observadas por una sociedad que se debate entre la indiferencia, el individualismo y la religiosidad, a tal grado de decir que este fue un castigo divido por haberse portado mal.
Nada, absolutamente nada justifica los acontecimientos de hace un año. Y nadie tiene derecho a culpar a las víctimas y sus familiares. Esta posición, que ha sido una política de Estado, sobre todo en el actual gobierno, es irresponsable, pero singularmente inhumano. No podemos decir que en el “Hogar Seguro” había niñas que habían tenido mal comportamiento, o bien que es culpa de los padres por no saberlas guiar.
A todas luces, los sucesos en el “Hogar seguro” son y serán responsabilidad del gobierno de Guatemala, de sus instituciones, todas y de los ciudadanos guatemaltecos que hemos sido incapaces de construir una nación que valore la vida, al ser y a la persona, sin importar su condición y su origen. Para las élites de poder en este país hay ciudadanos de primera, segunda y tercera categoría, para ellos solo importan los de primera.
Celebro haber sido educado por dos grandes mujeres. Mi mamá Hortensia Argueta y mi abuelita Luz López, sin la sabiduría de ellas no me hubiera sido posible escribir este mensaje, mucho menos sentir en carne propia la injusticia que se vive día a día en todos los rincones del mundo. Y sigo aprendiendo de mi compañera de vida, mi esposa. Feliz Día de la Mujer.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.