De Manuel Estrada Cabrera se conocen muchas anécdotas gracias a sus biógrafos y críticos, entre los que destacan Miguel Ángel Asturias que retrata en El señor Presidente acontecimientos que se atribuyen a su gobierno; además en las obras: El Autócrata, de Carlos Wyld Ospina; Minerva y la Palma, el enigma de Don Manuel, de Catherine Rendón; Ecce Pericles de Rafael Arévalo Martínez; Conozca a Estrada Cabrera, de Héctor Gálvez; Estrada Cabrera, Barillas y Regalado, de J. Lizardo Díaz; y Las revoluciones de 1897 de Jorge Luján Muñoz. En todos ellos encontramos datos interesantes de la vida y gobierno de este controvertido personaje.
Estrada Cabrera nació en Quetzaltenango el 21 de noviembre de 1857, y aun cuando su padre Pedro Estrada Monzón nunca lo reconoció, su madre doña Joaquina Cabrera lo inscribió con el apellido paterno. Estudió hasta graduarse con honores en 1883 de Abogado y Notario por el esfuerzo económico de su madre, pues doña Joaquina, quien hacía bolitas de caramelo que vendía en la calle por lo que le apodaban la “bolitera”, con cuyos ingresos siempre sufragó los gastos y estudios de su hijo. Una vez graduado de abogado ejerció el cargo de Juez, luego de Secretario de Gobernación y Justicia a partir de 1892, cuando gobernaba el General José María Reina Barrios, para luego ocupar la Alcaldía de Quetzaltenango, puesto que ejercía cuando en 1898 fuera asesinado el presidente Reina Barrios, y él, como Primer Designado, asume la Presidencia que luego ocupa a partir de las elecciones que le conceden el cargo que no deja hasta su forzada renuncia en 1920, habiendo modificado en varias oportunidades la Constitución para reelegirse.
Durante los 22 años en que fue Presidente sufrió y superó varios atentados, siendo los más espectaculares los de 1907: uno en el que le colocaron una bomba cuando se trasladaba en carruaje y en donde muriera su cochero y los caballos; y otro más perpetrado por un grupo de cadetes. A causa de este último atentado mandó cerrar la Escuela Politécnica y a destruir el edificio que ocupaba. De la misma manera que cuando un grupo de estudiantes quetzaltecos de la recién fundada Universidad de Occidente criticó sus desmanes, Estrada Cabrera optó por cerrar la Universidad con la excusa de la destrucción de una parte del edificio que la albergaba como consecuencia del terremoto de 1902.
Durante los 22 años en que fue Presidente sufrió y superó varios atentados, siendo los más espectaculares los de 1907: uno en el que le colocaron una bomba cuando se trasladaba en carruaje y en donde muriera su cochero y los caballos; y otro más perpetrado por un grupo de cadetes. A causa de este último atentado mandó cerrar la Escuela Politécnica y a destruir el edificio que ocupaba. De la misma manera que cuando un grupo de estudiantes quetzaltecos de la recién fundada Universidad de Occidente criticó sus desmanes, Estrada Cabrera optó por cerrar la Universidad con la excusa de la destrucción de una parte del edificio que la albergaba como consecuencia del terremoto de 1902.
Fue un dictador que se mantuvo en la Presidencia a partir de actos de represión contra los que lo criticaban, envenenando, torturando y ajusticiando a sus opositores políticos. Y favoreciendo a sus aduladores; le agradaba celebrar cada 21 de noviembre, día de su cumpleaños, con grandes desfiles de estudiantes y manifestaciones públicas a las que denominaban como las Minervalias, en honor de la diosa griega de la sabiduría, Minerva. Para engrandecer esos festejos mandó construir “Templos a Minerva” en varios departamentos de la República, de los que aún se conserva el de Quetzaltenango, ciudad en donde fue finalmente enterrado cuando su muerte, acaecida durante su arresto domiciliario, el 24 de septiembre de 1924.
Su dictadura concluyó motivada por varias causas, siendo quizá la más importante las famosas homilías dominicales que en el templo de San Francisco, en la ciudad capital, predicaba el obispo José Piñol y Batres, a las que asistían miles de guatemaltecos cansados de la dictadura, homilías que inspiraban y motivaban comentarios de prensa, entre estos los del periódico El Pueblo, editado en Quetzaltenango por Carlos Wyld Ospina y Alberto Velásquez. Pero lo que finalmente causó su caída fue la masiva manifestación del 11 de marzo de 1920, en la que la represión policial causó varios muertos. Después de ello se parapetó con sus allegados en la Residencia La Palma hasta su renuncia, cuando la Asamblea lo declaró interdicto.