En 1996, luego de una serie de reuniones en diversos países del mundo, el gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca –URNG- firmaron diversos acuerdos que buscaban mejorar las condiciones de la población desprotegida. Fue un gran show, Alvaro Arzú quizo pasar a la historia como el Presidente que había terminado com más de treinta años de guerra.
Según los informes presentados por diversos organismos internacionales, la guatemalteca fue la guerra más violenta, sangrienta, sanguinaria de la historia de Latinoamerica. Comunidades completas fueron arrasadas, de casualidad “comunidades indígenas”. Mujeres violadas, hombres torturados, profesores desaparecidos, académicos en el exilio, opositores políticos, sindicalistas, dirigentes sociales y estudiantiles, muertos, aproximadamente doscientos mil muertos y otro monto igual desaparecidos.
La pobreza y la desigualdad fueron los detonantes de tal guerra, a esto se sumó la esclavitud y los salarios de hambre en las fincas y fábricas en el territorio nacional.
La fiesta del gobierno inició con la emisión de una moneda en donde firma Arzú, tal acto de egocentrismo sólo puede ser producto de una mente enferma de poder.
Todos los aparatos de poder incrustados en el Estado, entre ellos el ejército, los políticos liberales y conservadores, empresarios agrupados en el CACIF, montaron el más grande de los espectáculos. Hicieron un monumento en el palacio nacional y otros en diversos sitios del país.
En Quetzaltenango está ubicado en el frente de la antigua estación del ferrocaril, hoy centro intercultural. Y cada mes invitan a personalidades a colocar una rosa. Con este acto creen que están dando cumplimiento a los Acuerdos de Paz.
Sin embargo en lo que menos piensan los gobernantes es en invertir en construir una cultura de paz. ¿Qué gobierno de un país con más de veinte años de estar en paz tiene ejército? Uno de los compromisos asumidos por los firmantes, de manera institucional, como Estado, era reducir el número de efectivos militares, sin embargo, eso no se ha hecho, tampoco se ha dejado de asignar recursos para la compra de armas, hasta buques de guerra se han adquirido, y existe la intención de comprar aviones para conformar una fuerza aérea.
Pero mi opinión no se basa en la molestia que me enbarga por los indicadores desfavorables que presenta los últimos gobiernos: 1 de cada 2 niños presenta desnutrición crónica; 6 de cada 10 ciudadanos están en pobreza; menos del 5% de la población se apropia de más del 80% de la riqueza del país, sólo por referirme a unos pocos.
Lo que fundamenta estos párrafos es la noticia que circula en medios de comunicación. Al Ministerio de Cultura y Deportes se le ha disminuido en 80 millones de quetzales el presupuesto para 2020, en contraste con los Q200 millones que se planifican incrementar al Ministerio de la Defensa. Sí las élites de poder estuvieran interesadas en construir una “Cultura de Paz” lo lógico sería que se incrementaran los recursos en esa cartera.
Así las cosas la invitación es para que se deje de ser hipócrita y se envié de una vez por todas a demoler los monumentos a la paz y se cambie el símbolo en la moneda de un quetzal.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.