En los últimos meses se han desatado una serie de acontecimientos que serán estudiados a través de la historia por analistas y científicos de diversas disciplinas de la ciencia. Desde la ascensión al poder de Andrés Manuel en México, hasta la caída de Evo Morales en Bolivia, hechos que no pueden verse de manera aislada.
América Latina vive días de convulsión, en países en donde el crecimiento económico era sustentable y positivo, como es el caso de Chile, en donde por casi un mes hay fuertes protestas, a las que la comunidad internacional no le presta atención. Muerte, violación de Derechos Humanos, represión están a la orden del día. En circunstancias similares está Brasil, pero tienen el apoyo de aquellos que dominan el mundo, liderados por Donald Trump.
¿En qué se parecen estos tres precedentes? Algo que debe ser parte de la reflexión, y que no es casualidad, lo constituye el hecho de que los presidentes de estos países son de piel blanca, ojos claros y pelo rubio, el ser superior.
Hagamos un breve recorrido de los presidentes, con los rasgos descritos en el párrafo anterior; Jimmy Morales, Guatemala, piel blanca; El Salvador Bukele, piel blanca; Juan Orlado Hernández, Honduras, piel blanca; Carlos Alvarado, Costa Rica, piel blanca; Laurentino Cortizo Cohen, Panamá, piel blanca. De la misma manera los presidentes de Uruguay, Brasil, Colombia, Chile, Argentina, Paraguay, son de piel blanca.
Por lo anterior no sorprende la presión que hicieron los países afines a Estados Unidos para sacar del poder al presidente de Bolivia Evo Morales, de piel morena, fiel representante de los pueblos originarios, de donde él en ningún momento ha negado ser parte. Los acontecimientos que llevaron a la caída del poder de Evo, fueron según versiones de diversos medios de comunicación financiados desde los Estados Unidos, en donde el que gobierna sirve a los intereses de los “canchitos”, quienes buscan apoderarse de los recursos naturales de aquel país.
¿Quién representa ahora a los canchitos en Bolivia? Nada más y nada menos que Jeanine Áñez, vice presidenta del senado. A ella no le correspondía, sin embargo tiene el poder, y los presidentes canchitos del mundo le han dado el apoyo, por supuesto que aún no públicamente, por lo menos no todos, están a la espera de cómo se vayan desarrollando las protestas.
En Venezuela Juan Guaidó, ejemplo para Áñez de Bolivia, fue proclamado presidente, y casualmente es de piel blanca. Otro presidente, en este caso electo, de piel blanca, de nombre Alejandro Giammattei, de genealogía italiana, como cita su pasaporte, fue inmediatamente a ponerse a las ordenes del imperio, “acá estoy”, soy blanco y voy a ser un fiel lacayo del sistema.
No les parece extraño, que desde Adolf Hitler se hiciera pública la idea de que el ser superior debía tener las siguientes características: piel blanca, ojos claros, cabello rubio. Si un presidente de América Latina cumple con las citadas características, no hay problema permanecerá en el poder, a costa de la vida de los ciudadanos, como es el caso chileno. Por lo anterior no es una locura indicar que la democracia vigente tiene un alto contenido racial.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.