La mayor riqueza de un país son las personas; y por ende, deben ser tratadas con respeto. Sin embargo, nunca faltan jefes déspotas, tiranos y maquiavélicos, que les vale madre llevarse a quien encuentren en el camino con tal de lograr sus fines. Creen que el fin justifica los medios. Son unas auténticas aplanadoras. Tristemente se rodean de “moscas” parecidas.
El abuso de poder se comete cuando un jefe se excede en el ejercicio de sus atribuciones, (RAE). ¿Conoce a algún superior, director, coordinador, gerente, alcalde, diputado, presidente, policía, sacerdote o religiosa que abuse de la autoridad que por ley civil o canónica le ha sido otorgada? Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
El abuso de poder es la aplicación desmedida, injusta y estúpida de la autoridad con la que ha sido revestida una persona. Se manifiesta con métodos basados en la amenaza, la intimidación y la fuerza. Hay jefes que amenazan con despedir a sus trabajadores, si estos no acceden a sus caprichos. Un jefe abusa del poder que tiene cuando insulta, grita y siempre está bravo. Según Parrott (2003) en su libro Cómo mantener relaciones con personas difíciles dice: “parece que su “modus operandi” es lastimar los sentimientos de los demás, porque pasan rodando a través de la vida y aplastando a todos y a todo con su indiferencia. Consiguen acobardar hasta la persona insensible”.
El autor antes citado agrega que a los abusadores de poder no les da temor crear problemas ni tampoco les importa causar escándalos. Son terroristas verbales que ponen a todos en la cuerda floja. Su lema es: “o lo hacen a mi manera o se marchan”. Son arrogantes, acusadores, transigentes, rechazadores, fanfarrones tercos, hipócritas, groseros y con una capacidad nula de escucha.
El jefe tirano cree tener siempre la razón, coacciona y se burla de sus trabajadores; disfruta ver sufrir a los demás. Son impulsivos, mentirosos y viven inventando cosas en contra de los demás. Lo peor que puede hacer un jefe es utilizar el poder que se le ha confiado para someter y obligar a los demás a hacer lo que les antoja con la única intensión de satisfacer sus propios intereses
El abuso de poder se manifiesta cuando un jefe le dice a uno de sus trabajadores: el que aquí manda soy yo, por lo tanto aquí se hace lo yo digo y punto; cuando un superior limita la libertad de expresión, solo porque no le gusta que lo confronten; y cuando una autoridad pública detiene a una persona sin justificación alguna.
Por lo general, el jefe tirano tiene problemas emocionales no resueltos. Posiblemente ni él se da cuenta del daño que está haciendo. Su tiranía es un síntoma de inseguridad personal, y de su ambición por adueñarse del puesto de trabajo. El poder le da seguridad. Son incapaces de entender que los puestos son temporales.
Si actualmente tiene un jefe hipócrita, déspota, mentiroso y falso, tenga paciencia. Normalmente estos jefes forman un grupo integrado por personas igual o peores a ellos, y se ponen de acuerdo para atacar. Déjelos. Porque tarde o temprano caerán juntitos al abismo. Nunca olvide que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá hacernos daño. Usted en cambio, esfuércese por construir un liderazgo ético. Los liderazgos que dependen de un puesto, tarde o temprano llegan a su fin. Pero los líderes éticos permanecen por siempre. Piense en Hitler y en Gandi. Usted no tenga miedo y siempre hable con la verdad.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.