Cuando en el año 1700 muere Carlos II (de la dinastía de los Habsburgo), sin heredero a la Corona española, ésta se ve obligada a escoger a su siguiente monarca, decantándose por Felipe de Anjou, sobrino-Nieto del fallecido Rey, (y nieto de Luis XIV), aristócrata de la familia de los Borbones (de la Corona francesa), quien asumió el trono como Felipe V. A él le suceden Fernando VI, Carlos III y los subsiguientes hasta don Felipe VI, actual monarca de España.
Con la llegada de los Borbones al imperio español se inicia en la Península, y en Iberoamérica -las Indias- las denominadas “Reformas Borbónicas”, que buscaban re-ordenar el gobierno que había decaído económica, social, política y fiscalmente; esto último de capital importancia para la Corona. Entre las reformas se destacan las siguientes: en el ámbito militar conformar una armada fuerte, para recuperar el control y enfrentar la amenaza de otras potencias (Portugal, Inglaterra). En lo burocrático, la implementación de Intendencias con personas profesionalizadas, las que se hicieron cargo del fomento de las economías regionales – la minería entre ellas – y de la recaudación de impuestos. Reducción del poder de la iglesia católica, expulsando a los jesuitas en 1767. Creación de dos nuevos virreinatos para mejor controlar las colonias: el de Nueva Granada y el de Río de la Plata, adicionales a los tradicionales de Nueva España y Perú.
El impacto de las Reformas Borbónicas se hizo sentir en Quetzaltenango. Por una parte, la tardía suspensión del Corregimiento, que en las “Indias” se inició en 1764 sustituyéndose por intendencias; en Quetzaltenango ese cambio se hizo efectivo hasta 1806 cuando la Audiencia aprobó la formación del primer Ayuntamiento, con lo cual Quetzaltenango dejo de ser “Pueblo de Indios”. Esta tardía decisión provocó que aún a finales del Siglo XVIII los Corregidores “negociaban” los puestos administrativos, con lo que se facilitaba la corruptela.
Lo que si se avanzó con las Reformas fue la institución de las Milicias para el control militar, las que fueron controladas mayoritariamente por peninsulares, provocando al inicio serios disturbios por la lucha para el control de las mismas entre criollos y peninsulares.
El cambio suscitado por las Reformas Borbónicas en Quetzaltenango que se tiene más documentado es el provocado en las relaciones sociales, especialmente por el asunto de la producción y consumo de licor. El Corregidor español Francisco Rodríguez Erce y el Gobernador indígena Manuel Silverio se oponían a la venta de licor alegando que su consumo afectaba negativamente a los indígenas; mientras otros presionaban por obtener los derechos de producción y venta. Según el historiador Alvis Dunn la Audiencia autorizó en 1785 y ya con otro Corregidor (Fernando Corona), un “estanco de aguardiente, el cual se logró por una alianza entre dirigentes indígenas y comerciantes españoles, situación inusual y resultado de los intereses económicos compartidos”. Esto provocó fuertes enfrentamientos en los que se involucró parte de la comunidad de Quetzaltenango, llegándose a la violencia en la Semana Santa de 1786 cuando una turba quemó las instalaciones de la fábrica de aguardientes.
Hay que recordar que en esa época hubo también grandes cambios demográficos, especialmente después del terremoto de 1773 en la Ciudad de Santiago de los Caballeros, lo que ocasionó que un buen número de criollos y peninsulares se trasladaron a vivir a Quetzaltenango. Así, la población de la Ciudad que para el año 1689 era de unos 2,650 habitantes, de los cuales 2,600 eran indígenas y 50 entre criollos y españoles; para el año 1813 la población total era de 8,317 habitantes, la mitad de ellos indígenas y la mitad “ladinos” (criollos y españoles).
Fueron diversas situaciones las que se vivieron en Quetzaltenango con motivo de la llegada y, especialmente, con las reformas impulsadas por los Borbones, quienes en aquellos años fueron asesorados por tecnócratas franceses.