Que tu sí sea un sí y que tú no sea un no.
Algunos padres dicen primero “no” y luego terminan diciendo “si”. Les mandan a hacer las tareas escolares y dicen: “ya voy”, pero no van. Todos en casa se desesperan a tal extremo que terminan odiándose.
Oiga usted a estos padres como pronuncian frases aparentemente firmes como: “es la última vez que haces eso…” pero no se cumple, primero porque es casi incumplible y segundo porque la decisión es débil. Se dan por vencidos a cada suceso y el niño caprichoso termina ganando una vez más la partida.
Esta condescendencia forma negativamente la personalidad de los niños que crecen pensando que conseguirán cualquier cosa a costa de que se pongan a llorar, de enojarse, de resistirse. Dicho de otra manera “si me pongo mal consigo lo que quiero”.
Hay padres consentidores que permiten actos abusivos, que les falten el respeto. Esto va en contra de lo que decían antes las abuelitas: “el padre y la madre son sagrados para uno”. Tanto un padre permisivo como uno autoritario deforman la personalidad de los hijos, pero de estos dos males, es más dañino es el permisivo.
Lo permiten porque piensan erróneamente, “que mi hijo tenga lo que yo no tuve”, “pobrecito”, “un padre debe darle de todo a su hijo”, “así son los niños y no se les puede corregir, porque se les daña la autoestima”. Es diferente ser un padre bueno, que un buen padre.
Si usted no es firme con su hijo le está demostrando inseguridad. Aunque él sale ganando, esto trastorna su formación. Esta inconsistencia le enseña a los niños a salirse siempre con la suya, a ser manipuladores, caprichosos, infelices. Sólo estarán aparentemente contentos si y sólo si… consiguen lo que quieren. Obsérvelos, realmente se mantienen amargados. No siempre se puede conseguir lo que se quiere.
Su hijo no le obedece porque usted no es firme en su palabra. Las palabras que vaya a decir piénselas antes de hablar, para que sus palabras sean consistentes y su hijo aprendan a tomarlas como sólidas a manera que se diga para sí: “cuando mi papá dice que no es porque no.
La firmeza de los padres les da a los hijos estabilidad. Por supuesto que hay excepciones, pero cuidado, que la excepción no se convierte en habitual, pues así ya no es excepción.
Le dejo la siguiente frase para que reflexione: “El hijo que no respeta a su padre y a su madre, no respetará a nadie”
Psicólogo clínico con más de 25 años de experiencia, docente universitario, escritor de temas de salud mental para la familia, la pareja y el niño. <strong>YouTube:</strong> Mil tips de Salud Mental y Escalón Infantil <strong>Facebook:</strong> Oswaldo Soto Psicólogo