Uno de los valores clave en la vida de todo ser humano es la “amistad”. La amistad es un don de Dios, tiene su fuente en Dios; por eso se afirma que Jesús es el amigo que nunca falla. Una verdadera amistad nace en el momento menos pensado: dos personas se encuentran y hacen clic. Qué bien se siente cuando nace un nuevo amigo o amiga en nuestra. ¿Cómo saber si en realidad es un verdadero amigo? Simple: está con usted en las buenas y en las malas, y no sólo cuando necesite de nuestra ayuda.
La amistad es una relación cálida que une a dos o más personas que se tienen confianza y amor. Con un buen amigo se puede pensar en voz alta, y ahí queda todo. Para hacer amigos no hay edad; uno puede tener amigos de todas las edades. Vale la pena rodearse de personas que en realidad lo quieran a uno como uno es. Según la RAE (2019), la amistad “es un afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato”.
Los verdaderos amigos son aquellos que nos confrontan y nos hablan con la verdad. Aquel que nos tape nuestros errores o que nunca nos diga las faltas que cometemos no es un verdadero amigo, sino un cómplice de nuestra mediocridad. Un amigo es aquel que comparte su vida con pequeños detalles: una llamada telefónica de vez en cuando, un email, un apretón de manos, un abrazo, compartir la lectura de un libro, etc. Un amigo, no necesita tener gran cantidad de bienes materiales para expresarnos el amor que nos tiene.
“Muchas personas son incapaces de amar y de dar más allá de un limitado amor romántico. Es conveniente empezar a reconocer que el verdadero amor es en realidad un regalo: un regalo que ofrecemos de manera libre, desapegada y desinteresada. Esta clase de amor desprendido, se convierte en una forma de compartir, de vivir. Ofrecemos amor sin pedir nada a cambio. Por más que amemos, nunca se nos agota el amor ni el afecto. Esta clase de amor crea relaciones en las que no hay tensión, ni miedo ni ansiedad”, (Vijayadev Yogendra).
La amistad es una forma de expresar el amor, el respeto y la confianza que se tiene hacia el amado; la amistad centrada en el amor, es como una casa que está siempre abierta para hospedar a nuestros amigos. No importa el tiempo ni la distancia. Lo importante es que la puerta esté siempre abierta para quienes deseen visitarnos. Una verdadera amistad es fuente de felicidad.
Los amigos son ángeles que Dios pone en el camino de la vida. Hoy es el momento para cultivar la amistad en la familia, en el trabajo, en las aulas. Porque, no tener amigos es como vivir en el desierto. Los amigos son esenciales en la vida de toda persona, porque son los que se alegran o se entristecen con nosotros.
Ahora bien, si en verdad queremos tener amigos auténticos en nuestra vida, hay que comenzar a cultivar el valor de la amistad en la familia. Una verdadera amistad nace en el seno de una familia. ¿Por qué nos cuesta tanto amarnos? ¿Por qué hay tanta ausencia de amor en las personas y en las familias? ¿No será el materialismo el que está apagando la llama del amor y la amistad en el ser humano?
En conclusión, valore a sus amigos y amigas; porque son como las estrellas que alumbran nuestra camino en las noches de oscuridad. Los verdaderos amigos respetan su ritmo de vida, llevan el paso y van a la par suya. Los verdaderos amigos son aquellos, que aún después de muertos, permanecen en su memoria.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.