La tristeza es un sentimiento que impide disfrutar de las cosas que rodean al ser humano, porque de pronto, quien la padece, se siente apático y sin ganas de hacer nada. Las causas de la presencia de este sentimiento son varias, pero a veces suele aparecer por relaciones que se han terminado, por la pérdida de un ser querido, el no haber pasado un examen, entre otras. Pero si se optara por aceptar esa pérdida y recuperar la sonrisa, por seguir con la vida y disfrutar de ella, todo sería diferente, (Tierno, 2012, pág. 306).
En palabras de Archilla, (2017) la tristeza es una emoción motivada por la ausencia o un vació total o parcial de algo que no se puede explicar. Agrega que es un sentimiento que se siente cuando hace falta algo esencial. El cerebro tiene esta manera de expresar la usencia de algo, con el fin de llenar ese vacío. Es parte del ADN personal. Hay expresiones como éstas: estoy triste, porque mi hijo se ha ido a otro país y regresa en dos años; siento una tristeza profunda, porque no supero el sufrimiento por la pérdida de mis padres. Estas expresiones son un indicador de que la persona está sufriendo.
Dorsch, (2002) afirma que hay en la tristeza un sentimiento de opresión, de vacío, y cita a Lersch, quien destaca la “oscuridad” interior de la tristeza, que contrapone a la “luminosidad” de la alegría. La tristeza es abatimiento, vacío en la vida, inclinación a la noche y a la muerte. Todas estas descripciones se refieren a la no consecución de un sentido en el mundo, un sentido en el que pueda apoyarse la existencia y obtener su plenitud.
Tierno (2012) afirma que si la tristeza se alarga o se intensifican los síntomas (no poder dejar de llorar, no tener ganas de levantarse ni realizar ninguna actividad), es imprescindible contar con un profesional. Hay que comprender que el tiempo no se detiene, y que debemos seguir luchando por nuestras metas.
Decidí escribir sobre la tristeza, porque este año he experimentado en carne propia la tristeza más profunda de mi vida: el 13 de marzo la pérdida de mi madre; y el 17 de junio la pérdida de mi mejor amiga. Ahora entiendo a Jesús cuando lloró por la muerte de su amigo Lázaro. Cuando usted ama sin medida, y pierde eso que ama, siente que la vida se derrumba. ¿Qué hacer?
Archilla, (2017) recomienda que una técnica que nos puede servir para cuando estemos tristes es el Mindfulness, la cual consiste en reconocer, aceptar, dejar fluir y expresar lo que siente a través del llanto y de la palabra.
Lo primero que hay que hacer para superar la tristeza es llorar, hacer catarsis por la pérdida que se ha tenido. El llanto permite integrar esa tristeza a nuestra propia vida y hacerla “nuestra”, no sentirla como algo ajeno a nosotros. Otro consejo clave para superar la tristeza es no aislarnos, sino estar en relación constante con las personas que nos aman y amamos. Los amigos y amigas son clave en estos momentos.
Pero considero que no todo es negativo, porque la tristeza es un sentimiento que genera empatía social, puesto que las personas que nos aman se acercan y nos demuestran su amor. Además, la tristeza nos hace reflexionar sobre nuestra vida en general y darnos cuenta de que somos seres sensibles al sufrimiento y al dolor. Este proceso de introspección nos debe automotivar para trabajar sin desfallecer por alcanzar nuestros sueños.
Finalmente, el mejor amigo que nos puede ayudar a integrar la pérdida de un ser querido es Jesús. Una pérdida humana sin oración nos conducirá a callejones sin salida y una depresión sin precedentes. La tristeza es valiosa, ámela.
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.