El primer Alcalde español que tuvo Quetzaltenango, nombrado por el “Real y Noble Ayuntamiento de Quetzaltenango de la Real Corona”, – cuando aún ésta no era declarada como “Ciudad”, nominación que obtiene hasta el año 1825-, fue don Francisco de Gregorio y Pinillos, quien se hace cargo del puesto el 2 de enero de 1806. Poco se conoce del señor Pinillos. Se sabe únicamente que era nacido en España, y que su apellido materno fue Urbina, familia ésta que poseyó una encomienda en parte del territorio de la actual Salcajá (los conocidos como Llanos de Urbina).
Durante su breve mandato el señor Pinillos ejerció el cargo desde su casa familiar, costumbre que siguieron varios Alcaldes posteriores; entre ellos cuenta don Juan Antonio López, quien lo ejerció los años 1810 y 1811. El año siguiente, 1812, el Alcalde, don Miguel Palomo dispone la compra de un terreno para la construcción de un edificio que albergara al Ayuntamiento, al que una vez construido denominaron como “Casa Consistorial”, lugar que actualmente ocupa el edificio de la Municipalidad de Quetzaltenango.
Debido al severo terremoto del año 1853 el edificio quedó dañado, por lo que hubo que reconstruirlo, ésta vez cediendo un espacio para la Escuela de Primeras Letras, regentada por la misma Municipalidad.
El edificio que hoy conocemos inició a construirse el año 1881, cuando el Ayuntamiento solicita al Aparejador don Domingo Goicolea y Urréjola la planificación y construcción de lo que sería la sede definitiva de la Municipalidad de Quetzaltenango. (Aparejador era un grado académico que otorgaba la Universidad española previo al de Arquitecto). El Aparejador Goicolea había recién concluido el edificio para la Cárcel, el cual hoy es ocupado por la Casa de la Cultura y la Biblioteca Municipal, cambio de uso éste llevado a cabo durante la alcaldía del Doctor Alberto Fuentes Castillo a principios de los años 60 del siglo recién pasado.
Para la construcción del edificio municipal se importó de San Francisco California las puertas, los techos de hierro, lámparas y alfombras. Los 38 balcones con que cuenta el edificio los realizó don Feliciano Rodríguez por un valor de 2,514 pesos; y las puertas de madera interiores las elaboró don Manuel Martínez, a un precio de 10 pesos cada una, utilizando madera importada y aportada por la Municipalidad. Las paredes de piedra trabajadas bajo la dirección del artesano-cantero don Agatón Boj, quien fue el más cercano colaborador de don Domingo Goicolea. El estilo de la edificación es del denominado Neo-clásico, guardando armonía con el otro edificio recién concluido como Cárcel de la Ciudad en el solar que antes fuera parte del Cementerio de la Ciudad.
Por motivo del terremoto del 18 de abril de 1902 el Palacio Municipal quedó severamente dañado, ordenando el Presidente Licenciado Manuel Estrada Cabrera, quien había sido Alcalde de la Ciudad, su inmediata reparación para lo cual dispuso la participación de más de mil obreros. Hoy nuevamente el edificio se encuentra agrietado en algunas partes, con un desplome de más de 6 centímetros en la fachada del mismo.
No es sino hasta el año 1957 en que bajo la dirección del Ingeniero Jorge Miralbés Rubio se concluye la escalinata que conduce del jardín interior a la parte oriental del edificio, área en la que se ubican las oficinas del Alcalde y del salón de sesiones del Concejo. En el jardín central se pueden observar bellas esculturas en mármol, así como un pequeño “altar de la Patria” con el fuego ceremonial significando la Llama de la libertad.
En la parte poniente del Palacio, en el lado de la fachada principal que se orienta hacia el Parque a Centroamérica, se ubica, (en el segundo piso) el Salón de Honor de la Municipalidad, un bello y ornamentado espacio en el que en su principal frontispicio pueden observarse los escudos de los Estados de la Unión Centroamericana, ocupando lugar preponderante el escudo del Estado de los Altos. En los laterales del Salón se encuentran las fotografías de los exalcaldes de la Ciudad y de otras personalidades importantes de la historia local y nacional.