Durante las últimas semanas ha estado sonando con fuerza el convenio entre Estados Unidos y Guatemala, en el que se les impone a los guatemaltecos una carga que no quiso aceptar México. Es fácil concluir que, si para los mexicanos no es bueno, para nosotros tampoco.
El negocio de los gringos es convertir el territorio en un «tercer país seguro». ¿Qué significa esto? Todo aquel ciudadano de cualquier parte del mundo que solicite asilo en el país del Norte, en tanto se resuelve su situación migratoria vivirá en el país, el gobierno tiene la obligación de proveerle vivienda, comida, trabajo, estudio para sus hijos, y todo lo necesario para que disfruten de una vida digna, pero sobre todo de clase alta.
Esto tiene un alto costo, ¿quién lo pagará? Seguramente dirán que con el apoyo de los proyectos que están promoviendo los Republicanos de la mano de Donald Trump, los que si se dan cuenta no regala nada, toda ayuda va fuertemente condicionada con resultados en beneficio del pueblo norteamericano.
Además, surgen otras interrogantes ¿qué está negociando Jimmy, y por qué el hermetismo? En la primera hay muchas razones para que el presidente guatemalteco negocie, una gracias al apoyo de la administración Trump él se ha mantenido en el poder y logró debilitar a la CICIG. Pero lo acontecido el domingo 16 de junio en las elecciones es otra causa, el gobierno de Morales espera que no sea perseguido al entregar el cargo el 14 de enero próximo.
Lo peor que se pudiera estar fraguando es la continuidad del actual gobierno. Esto no está lejos, ratificando el fraude y trasladando las elecciones para el próximo año, con el apoyo gringo sería un hecho, sin este prácticamente imposible.
Sea como sea, a Guatemala no le conviene mantener a los refugiados de Estados Unidos, primero porque no tenemos ni dinero, tampoco trabajo y menos seguridad para nuestros ciudadanos, mucho menos para otros, segundo, esto significaría rendirse a los pies de Trump, sin recibir nada a cambio.
La muerte de una ciudadana guatemalteca y sus dos hijos en los últimos días refleja el drama de millones de conciudadanos que buscan el sueño norteamericano día a día, obligados, forzados a migrar, no como una opción, sino como una obligación.
La extrema pobreza, el desempleo, ausencia de oportunidades para los jóvenes, la desnutrición y la delincuencia son algunos de los males que día a día vivimos en el país. Con ese panorama lejos de recibir, debemos enviar refugiados a otro país seguro.
Por otro lado, el actual gobierno no puede comprometer a los siguientes, si algo de dignidad le resta a Jimmy Morales debe suspender las negociaciones y que las retome el nuevo gobierno.
Profesor universitario, académico, profesional de las Ciencias Económicas.