Varias entidades de servicio a la comunidad quetzalteca fueron financiadas por ciudadanos magnánimos y comprometidos con su Ciudad. Entre ellas destacan el antiguo Hospital San Juan de Dios que por décadas se sostuvo con los productos de varias fincas donadas para el efecto. Otra entidad parcialmente financiada por los ciudadanos es el bello Teatro Municipal. Y una muy importante a la que se hace referencia en éste artículo es el Hospicio de Occidente.
Según acta fundacional de fecha 22 de Septiembre del año 1895, reunidos en el salón de recepciones del Hospital General de Occidente los señores María C. Juárez, Francisco Aparicio, Licenciado León Sáenz, Adolfo Meyer, Mariano Anguiano, Licenciado Narciso Escobar y Licenciado J. Mariano Molina deciden iniciar una fundación bajo la denominación de Sociedad Protectora de Niños Huérfanos, y del establecimiento del Hospicio de Occidente. En dicha reunión se nombró como Presidente de la fundación al Licenciado J. Mariano Molina y como Secretario al Licenciado don Juan Lara. Dos años antes del Acta referida, en Septiembre de 1893 se había iniciado la recolección de fondos para adquirir el solar, siendo el Licenciado Mariano Molina el mayor contribuyente siguiéndole en aportes monetarios don Francisco Aparicio, don Adolfo Meyer, don Mariano de J. Anguiano, don Narciso Escobar, la señorita María Juárez y la señorita Mercedes Sáenz; así como “La Sociedad de Caridad de Señoras”.
Con fecha 21 de Enero de 1896 el Gobierno de la República como Poder Ejecutivo autoriza el funcionamiento de la Sociedad Protectora de Niños Huérfanos “con residencia en Quetzaltenango”.
A principios del siglo XX el Hospicio de Occidente se encontraba en pleno funcionamiento, atendiendo niños y ancianos a quienes les proveía de alimentación, vestido, albergue y educación a los niños y atención a los ancianos. Así durante varias décadas hasta la llegada del gobierno del Doctor Juan José Arévalo quien por su ideología “estatizante” decidió retirarle al Hospicio de Occidente su autonomía para que el Gobierno se hiciera cargo de la atención del mismo. Esta política la siguió el siguiente gobierno bajo la presidencia del Coronel Jacobo Arbenz, con lo que el Hospicio de Occidente perdió la filosofía con la cual fue creado. Durante esos dos gobiernos los antiguos dirigentes del Hospicio, especialmente su fundador y “ultimo presidente de la Junta Directiva”, Licenciado Mariano Molina, lucharon por recuperarlo, pero fueron siempre desoídos por los gobernantes y sus esposas, encargadas ellas de los asuntos “sociales” de sus mandatos.
No fue sino hasta el año 1955 que la Asociación recuperó el bien inmueble, bastante deteriorado por cierto. A partir de entonces volvió a funcionar pero con menos capacidades hasta que a finales de la década fue en definitiva cerrado como Hospicio de Occidente y ancianato, trasladando a los beneficiarios del centro a una casa especializada administrada por las Hermanas de la Caridad, en donde a la fecha se sigue atendiendo a los necesitados.
Por su parte, la Asociación propietaria del bien inmueble sigue vigente. Al cerrar el Hospicio alquiló a valor simbolico las instalaciones a la Universidad Rafael Landívar, entidad que las adecuó y desde entonces es el lugar donde tiene su sede principal de Quetzaltenango.
La Asociación aportó fondos para construir dos casas en el proyecto Aldeas Infantiles SOS, y para construir instalaciones fuera de la Ciudad en donde se atiende a niños huérfanos.
Entidad ejemplar la Asociación Hospicio de Occidente.