Sin la menor duda, lo que hoy nos pasa es una forma que tiene el planeta de reequilibrar las cosas, cuando estas han sido alteradas de una manera “inhumana” el instante que vivimos, esta colmado de absurdos y rarezas, para pensar.
El mundo se ve obligado a “guardar cuarentena” la economía colapsa, nos volvemos compradores depredadores, esta vez con un insumo adicional, con absoluto egoísmo sin pensar en los demás. Pero el planeta respira algo más aliviado, ligeramente menos contaminado, y cada minuto aprendemos algo.
Una de las formas básicas de vida, un virus denominado -COVID19- nos deja secuelas duras de aceptar: por ahora estamos discriminados hay países donde no podemos viajar, así mismo hay seres humanos que no pueden ingresar al nuestro, estamos arrinconados por no tener a la manos las medicinas adecuadas contra la enfermedad, atrapados al tener que guardar cuarentena, vulnerables ya que se conoce poco de la manera correcta de combatir el virus.
-COIVD19- No ha mirado razas, credos, clases sociales, continentes, arrasa con todo y con todos, no importa si tienes muchos títulos académicos o de nobleza, si tienes dinero o no, si vas al gimnasio a diario, o si eres buen ciclista, ha suspendido las “mejores ligas del mundo”, las eliminatorias, ha destruido bolsas de valores, concursos de belleza, fórmula 1, se han clausurado congresos de toda índole, están afectados la industria aérea, la venta de autos y mercancías suntuarias, etc.
-COIVD19- nos deja un mensaje para reflexionar: Dios no reside en lujosas catedrales, o templos de mármol, no deambula en procesiones o gusta de gritos con himnos sagrados, esta vez nos dice que para estar cerca de Él, hay que encontrarlo en el interior de cada uno de nosotros, hoy cobra vigencia lo que hace muchos años mi recordado profesor P. Libardo Pantoja decía: “Cuando ores hazlo a solas y en silencio”. (Mateo: 6,6) Quizá Dios nos está enseñando como debemos platicar con él.
Conforme pasen los días, al igual que otros países, entraremos en cuarentena, ahí podremos tener la oportunidad para convivir con nuestra familia, compartir sus vivencias, sueños, alegrías, este virus nos obliga a rehacer nuestra presencia de nuestro hogar. No habrá colas de tráfico, vamos a estar presentes de una forma “no virtual” lo haremos de forma directa con nuestros hijos, esto nos da la oportunidad de permanecer más tiempo en casa, ya no con el corre-corre del “no tengo tiempo” para muchas cosas pospuestas. Nuestra “red social” será en vivo, esperemos que luego de esto, hayamos mejorado la comunicación con nuestros hijos y luego que pase todo nos den un #me gusta.
Estaremos aislados, separados de nuestros amigos, compañeros, no podremos abrazarlos, ni saludarnos con un beso en la mejilla, o estrecharnos la mano, darnos una buen abrazo, en buen chapín “apapacharnos”
Esta vez ojala logremos valorar lo que nos hará falta, ya volverá la normalidad y como escribió Jorge Drexler “Ya volverán los abrazos, los besos dados con calma. Si te encuentras un amigo, salúdalo con el alma”
El virus -COVID-19- nos envía un mensaje claro: la única manera de salir de esto tiene un medicamento propio de la naturaleza humana la solidaridad hombro con hombro, nos invita a mejorar nuestro sentido de pertenencia, nos mide cuán importante para cada uno es nuestra comunidad, nos recuerda que somos parte de algo más grande que cuidar, que la responsabilidad es compartida, a entender que tus acciones afectan o benefician a todos los que te rodean.
Porque con el planeta y la humanidad, evidentemente estamos en deuda. Aprenderemos a que es mejor “ser parte de la solución y no del problema”.