En algún momento de mi vida estudiantil primaria, recuerdo haber escuchado al presidente de Guatemala que firmaba RACA CARRACA, por lo que decidí leer algo al respecto. Efectivamente, se trata del general Rafael Carrera, quien gobernó al país en dos períodos (1847–1848 y 1851–1865). Como siempre ha pasado a lo largo de la historia política del país, las familias poderosas económicamente hablando, han “dirigido” los gobiernos de turno, en esta ocasión la familia Aycinena hizo lo propio con el caudillo militar Carrera.
Según analistas liberales, con el gobierno de este militar el desarrollo de Centroamérica, y particularmente el de Guatemala, sufrió un estancamiento muy marcado, principalmente porque se opuso —con la ayuda de los conservadores— a la formación de la Federación Centroamericana, liderada por otro militar, el general Francisco Morazán. Como siempre, favoreció a la Iglesia católica, devolviéndole algunos patrimonios que le fueron expropiados años atrás, suprimió la libertad de prensa, cerró la Academia de Ciencias por su carácter laico. Para los conservadores, aquellos que habían tenido relaciones comerciales con España, los que ponían y quitaban las condiciones económicas para favorecerse a sí mismos —versión Cacif, en la actualidad— obviamente aplaudían y consideraban a Carrera como todo un intelectual.
Traigo esta historia a colación, porque en algún momento pensé que el gobierno de Rafael Carrera era el peor que Guatemala había tenido, pero, sin lugar a dudas, el gobierno de Jimmy Morales supera con creces el de Carrera.
Declarar no grato al Sr. Iván Velásquez, quien a la fecha está dirigiendo con eficaz a la Cicig, que dicho sea de paso a los contribuyentes casi no nos cuesta ningún centavo —países amigos están aportando económicamente para su sostenimiento—.
Remover al equipo completo del Ministerio de Gobernación por apoyar a la Cicig —en septiembre 2017, el exministro Rivas renunció por no compartir la decisión de Jimmy Morales al declarar no grato al Sr. Velásquez—, y en su lugar nombra a un empresario con dudosa trayectoria, se trata del Sr. Enrique Antonio Degenhart Asturias, exinterventor de la Dirección General de Migración (2010- 2012) en el gobierno de la UNE —actualmente el ex presidente Álvaro Colom y casi su gabinete completo están privados de su libertad por el caso Transurbano—; así mismo, es señalado de facilitar pasaporte falso a Roberto Barreda, principal sospechoso de la muerte de Cristina Siekavizza; además es propietario de una empresa con vínculos en los famosos Panamá Papers, empresas que ocultaban sus bienes en paraísos fiscales, hasta hace poco fue contratista del Estado y de la municipalidad de Guatemala.
Cambio abrupto y sin mayores explicaciones en la cúpula de la Policía Nacional Civil, nombrando en esos puestos a personas sin carrera dentro de la institución policial, algunos analistas consideraron esta decisión como “cambios en la PNC, dan miedo”, en otras palabras, el cambio abona el imperio de la corrupción.
Recientemente, el ministro de Gobernación decidió retirar a 11 agentes de la PNC al servicio de la Cicig, argumentando que en época de Semana Santa se necesita más seguridad en el territorio nacional, tremendo error o más bien, estupidez a su máxima expresión, no es la primera Semana Santa que Guatemala tiene a la Cicig. No se hizo esperar la reacción del Comisionado Velásquez, pidiendo al Gobierno la restitución inmediata de estos agentes, recordando la existencia de un convenio entre Naciones Unidas —Cicig— y el Gobierno para la consecución de los fines de la Comisión, “desmantelar los cuerpos ilegales y lucha frontal contra la corrupción”, 24 horas después, el ministro de Gobernación da marcha atrás a su maquiavélica decisión, y restituye a los 11 agentes policiacos a sus funciones dentro de la Cicig.
Contador público y auditor, docente universitario y ex alcalde comunitario.