Las funciones básicas que deben proporcionarnos las organizaciones del Estado son: seguridad, justicia e infraestructura”.
Nos encontramos a medio año, y como ha sucedido en los casi 30 meses que lleva el Gobierno central, se evidencia una escasa ejecución presupuestaria, particularmente en ministerios que son claves para atender las necesidades de la población y para propiciar condiciones favorables para que la economía crezca. Al respecto, como ciudadano uno se pregunta: ¿es por la incapacidad de los funcionarios? ¿las normas presupuestarias son muy rígidas? o ¿por la fiscalización que se está llevando a cabo no hay incentivos para ejecutar sobre la base del clientelismo?
En lo particular, pienso que el espíritu de la corrupción sigue instalado en la estructura de la administración pública y en la mente de muchos funcionarios de gobierno, quienes, al enfrentar dificultades para desembolsar los recursos y para percibir las tradicionales comisiones por obras sobrevaloradas y con dedicatoria, no tienen mucho interés por ejecutar eficientemente el gasto público. Cuando se piensa en los intereses personales o partidarios, y no en los de la mayoría de la población, a esas personas les viene dando lo mismo que no se ejecuten los escasos recursos y resolver las necesidades de los habitantes del país.
Al revisar la web del Ministerio de Finanzas, se encuentran datos sobre la ejecución presupuestaria hasta el 31 de mayo del presente año, fecha en la que de un presupuesto vigente de Q 77.9 miles de millones, solo se habían ejecutado Q 26.4 miles de millones, es decir, el 34.2 %. De todos los ministerios, el menos eficiente para ejecutar es el de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda, con una ejecución de solo 19.5 % de los Q 4.6 miles de millones que tiene de presupuesto vigente, aunque en 2016 y 2017 estuvo peor, porque al mismo mes de mayo solo había ejecutado 12.8 % y 14.6 % respectivamente. Durante todo 2016 ejecutó 56.9 % y en 2017 71.1 %; a ese paso, a finales de 2018 probablemente ejecute alrededor de un 80 %.
No es de extrañar, con estas cifras, que veamos escasez de obras, por eso la red vial del país, por ejemplo, está hecha pedazos y los usuarios sin esperanzas de que vaya a mejorar en el corto plazo. La falta de inversión en infraestructura y vivienda está afectando a buena parte de la población, porque ralentiza al turismo, comercio y le genera costos adicionales a los propietarios de vehículos, que con mayor frecuencia deben repararlos o cambiarlos por su destrucción. Eso es una forma de extraer más ingresos a las personas y de dañar su calidad de vida.
Los otros ministerios que andan mal en su ejecución son el de Desarrollo Social, Ambiente y Recursos Naturales, y el de Cultura y Deportes, que a finales del mes pasado solo había ejecutado 28.1 %, 26.1 % y 23.1 % respectivamente, como si en el país no fuera importante resolver problemas como la desnutrición, pobreza, contaminación, extinción de especies, etc. En 2017, el Ministerio de Desarrollo Social fue el peor en ejecución con 58.3 % de su presupuesto, seguido por el de Cultura con 65.7 %. Los ministerios que mejor ejecutaron sus recursos el año pasado fueron: el de la Defensa con 97.1 % y el de Relaciones Exteriores con 96.9 %. ¿Por qué estos ministerios sí gastan casi todo su presupuesto y no otros de mayor importancia para el país?
Los demás ministerios tampoco andan muy bien en cuanto a la ejecución de su presupuesto, pero, como la mayor parte es para funcionamiento al final del año, logran elevar el porcentaje de ejecución.
Si se revisan años anteriores no hay mucha diferencia, porque hay poca inversión y mucho gasto de funcionamiento, lo que significa que el crecimiento de las organizaciones de gobierno solo ha servido para aumentar el número de burócratas, sin que ello implique que hay una relación afín a la solución de los principales problemas del país. Con esa burocratización, los recursos escasos se ven cada vez más limitados para resolver las necesidades crecientes de la población.
En lo personal, creo que las funciones básicas que deben proporcionarnos las organizaciones del Estado son: seguridad, justicia e infraestructura, pero resulta que ni estas tres nos pueden ofrecer de manera efectiva. Entonces, ¿para qué todo ese aparato burocrático? Es hora de evaluar qué órganos de Estado son útiles, y los demás hay que eliminarlos. Pareciera un sueño, pero varios países lo han hecho y han mejorado su calidad de vida.
Administrador público, economista, politólogo, abogado y notario, y profesor universitario.