Es cosa común aducir que la Independencia de Guatemala como la de otras colonias españolas tuvo su causa primigenia en la Revolución Francesa (1779) y la Independencia de EEUU (1776). Y sin duda alguna influencia tuvieron esos acontecimientos. Pero la causa verdadera la encontramos en dos razones: por una parte, la lucha interna entre criollos y peninsulares por el control de la Capitanía y su economía; especialmente entre los de las provincias y la oligarquía comercial guatemalteca (casa Aycinena); por otra en el debilitamiento español que causó la invasión napoleónica y la abdicación del Rey Carlos IV en su hijo Fernando VII, y la posterior abdicación de ambos en Bonaparte. Ello causó la caída en España del Antiguo Régimen. Como consecuencia, en México se gestó “El Plan de Iguala” que proponía la emancipación y la instalación de un sistema monárquico constitucional ofreciéndole el trono a Fernando VII. Ante la negativa a la oferta, el último virrey de México Juan O´Donojú reconoció la independencia mexicana y a Iturbide como emperador, quien hizo inmediato contacto con personajes de Guatemala por medio de la familia Aycinena planteándoles la anexión, evitando así que las Provincias se constituyeran en Repúblicas, afán que en Guatemala lideraban el Dr. Pedro Molina y Francisco Barrundia.
El Plan de Iguala fue por tanto otro motivo de la emancipación guatemalteca. Tanto así, que tres días antes que Guatemala declarara su Independencia, ya el Ayuntamiento de la Ciudad de Quetzaltenango había recibido un correo de Ciudad Real, hoy San Cristóbal Las Casas, México, en el que le comunicaban que aquel “Noble Ayuntamiento” había jurado la independencia del Gobierno de la Península. Y no fue sino hasta el 21 de septiembre del mismo año, seis días después de declarada la Independencia que el Ayuntamiento de Quetzaltenango se reunió en Cabildo Extraordinario, convocado para, como reza en Acta: “abrir un paquete que vino por el Correo, y habiéndose abierto, estando reunidos los señores que componen este Noble Cuerpo, se acordó que siendo lo comunicado por el Excelentísimo Señor Jefe Político el asunto de Independencia, y por ser éste de tanta importancia, se convoque a todos los Empleados Públicos, el Señor Cura con sus religiosos; el Señor Comandante, el Señor Administrador de Correos, el Señor Factor de Tabacos, y todos los demás vecinos visibles para que reunidos en esta Sala Capitular todos, se acuerde lo conveniente de tan interesante asunto. En la tarde de este día, de conformidad con lo dispuesto en la Acta anterior, estando juntos y congregados el Reverendo Padre Cura y dos Religiosos, el Señor Comandante, los empleados en la Haciendo Publica, funcionarios públicos y demás vecinos visibles, se determinó que para que sea con la solemnidad que corresponde el juramento de la Independencia, se pase oficio al Comandante de las Armas, para que asista la tropa, y se publique bando a fin de que concurra todo el Pueblo. Todo lo que se hará en la Plaza el domingo 23 del corriente”. Firmaron el Acta anterior el Alcalde Manuel Aparicio, José Quijivix, Agustín Escobar y los señores Fuentes, Pacheco y Francisco Flores. Dos días después, el 23 de septiembre en la misma Sala Capitular “se conoció por el Ayuntamiento la solicitud del pueblo para retirar de su cargo al Corregidor, don Juan José Echeverría, quien renunció”. Acto seguido el Alcalde Manuel Aparicio depositó el juramento de Independencia en manos del Alcalde Segundo, don José Quijivix, quien juramento al pueblo reunido en la Plaza, “conduciéndose en seguida a la Parroquia, en donde se dieron gracias al Eterno Protector de la Libertad de los Pueblos, con un solemne Te Deum”.
Tan solo dos meses después, el 15 de noviembre de 1821, el Corregimiento de Quetzaltenango decidió proclamar su unión al Imperio mexicano; y en prevención de una posible respuesta armada por parte de Guatemala, México movió sus milicias al mando de Vicente Filísola (más tarde el Jefe Político de Guatemala), para apoyar a Quetzaltenango.