Hace algunos años el Dr. Harlow realizó un experimento con micos recién nacidos y concluyo que el estímulo táctil (Caricia) suministraba material para que la persona creara una identidad. Cualquier forma de estímulo hace que el individuo se sienta vivo, tanto así que incluso cuando el estímulo es negativo, es mejor que el abandono o la indiferencia. El Dr. Levine, nos da la conclusión de que la estimulación positiva o negativa acelera el funcionamiento del sistema glandular suprarrenal que desempeña un papel importantísimo en el comportamiento del ser humano, en el manejo del estrés. La falta de caricias puede conducir al individuo a cuadro psicopatológicos sumamente intensos y en casos extremos incluso llevar a la muerte.
Un niño sin alimento, por más afecto que reciba de sus padres no tendrá un desarrollo normal, un niño con alimento pero sin afecto de sus cuidadores no tendrá un desarrollo normal. ¡Los estímulos son tan importantes para la salud como los alimentos! El Dr. Spitz estudio los efectos nefastos de la falta de un contacto físico en casos de tratamiento de enfermedades, citamos para ejemplificar como un niño sin cariño, sin contacto físico a pesar de todo el tratamiento médico dado, es posible que no se cure por estar manteniendo una enfermedad originada por falta de caricias. La caricia (toque, cariño, estimulo) es la unidad de reconocimiento humano, indudablemente el toque físico es el medio más potente de reconocimiento. Ningún niño o adulto aguanta la indiferencia de los seres que ama, da una dolorosa sensación de rechazo, tanto así que diremos que un beso es mejor que una nalgada de corrección, pero una nalgada de corrección es mejor que la indiferencia.
La calidad de las caricias que un niño recibe, le dan una idea de cómo hacer para ser reconocido o aceptado, generando de esta manera un sistema de miedo a ser abandonado, rechazado o criticado y se le da una importancia absurda al peligro de no ser amado por todo el mundo. Si el niño recibe estímulos positivos, se sentirá bien, pero si no los recibe comenzara a probar conductas hasta que descubra las que hacen que los padres les brinden atención, aun sean cosas socialmente no aceptadas o que lo ponen en riesgo de sufrir daño. Aprende el niño a manipular el ambiente para recibir lo que necesita. Lo importante al dar una caricia es que èsta sea adecuada, o sea, no sencillamente una caricia que haga sentir bien a una persona por un momento, sino que le dé a esa persona motivos para desarrollarse. Sin embargo en nuestro mundo actual hemos condicionado las caricias y hoy las caricias se dan o no se dan por hacer: caricias positivas por hacer lo correcto y caricias negativas por hacer cosas equivocadas o incorrectas. O se nos dice que seamos indiferentes.
Existen un sinfín de conductas aprendidas socialmente que no van con la naturaleza innata del hombre, se nos ha instaurado un miedo a dar amor, porque se nos dice que si amamos vamos a sufrir y cosas por el estilo, sin embargo los estudios científicos nos dicen que mucho del bienestar del ser humano se basa en recibir y dar caricias, de recibir reconocimiento de los demás, algo que nos haga sentir valiosos para los que amamos.
Hay que dejar de ser indiferente, brindar caricias que pueden ser físicas: un abrazo, un beso, un empujoncito de complicidad, sonoras: unas palabras como eres importante para mi, etcétera, mil formas de acariciar al prójimo, empezando por permitirnos a nosotros desarrollar la capacidad de recibir una caricia sin pensar que debemos entregar algo a cambio.
“La atención es la caricia mas hermosa” Dickinson.
Experta en sexualidad, derechos sexuales y reproductivos. Médica General, con especialidad en Ginecología y Obstetricia. Tiene una Maestría en Sexualidad Humana.