Todos los seres humanos tenemos la necesidad de tener a alguien a nuestro lado, todos necesitamos de una u otra manera palabras bonitas todos los días.
El amor, como siempre lo he dicho, es la fuerza más grande que existe capaz de mover lo que sea necesario, haciendo lo imposible: posible. Pero a veces también nos enfrascamos en situaciones que nos alejan de lo que realmente somos, y estas son las CULPAS. Muchos viven de ellas, otros las generan, hay quienes las adornan o simplemente nos las imponen con creencias; la culpa no es otra cosa que un miedo arraigado generando excusas que nos pueden hacer crear pensamientos de aislamiento, porque creemos que lo que hacemos es malo, es tachado por una sociedad que solo critica, sin ver realmente lo que somos y lo que valemos.
La culpa se ha convertido en el diario vivir de muchos, sin saber porque realmente la tienen. En la balanza habrá que poner cuanta culpa puedo tener por lo que hago versus la felicidad que esto me genera, ya que si me crea sonrisas, satisfacción y libertad no tiene porqué catalogarse por culpa.
Tenemos que ser felices con lo que somos y tenemos, no importando nuestro aspecto físico, nuestro ideal, nuestra religión; siempre y cuando seamos felices y creamos en el amor, la culpa se ira diluyendo de una manera más rápida sin tener que entrar en riesgos ni juegos innecesarios que al final, por el peso de la culpa, lo único que vamos a generar es no avanzar.
Así que, si vamos a buscar la felicidad, la cual todos nos merecemos, quitemos la culpa, los atropellos, los que dirán. Vivir en un mundo de mentiras es solamente está alejado de nuestra realidad.
“La culpabilidad, por tanto, surge ante una falta que hemos cometido (o así lo creemos). Su función es hacer consciente al sujeto que ha hecho algo mal para facilitar los intentos de reparación. Su origen tiene que ver con el desarrollo de la conciencia moral, que se inicia en nuestra infancia y que se ve influída por nuestras diferencias individuales y las pautas educativas”.
“Existen personas que confunden esta emoción con la vergüenza, incrementando su malestar emocional, ya que al mezclar ambos sentimientos se retroalimentan entre sí. Mientras que la culpa aparece ante el dolor por el daño causado, la vergüenza se experimenta cuando nos percibimos con la falta de una habilidad o capacidad que se presumía deberíamos tener”.
Tomado de: webconsultas.com