Las elecciones, ya se realizaron y, a pesar del mal sabor de boca que queda en la ciudadanía por el cúmulo de deficiencias que han aflorado y los cuestionamientos atribuidos al Tribunal Supremo Electoral y todos los responsables de diseñar, organizar, realizar e informar sobre los resultados obtenidos en y durante el proceso electoral, lo cierto es que, resulta inevitable que queden severas dudas; estamos pues. a la espera de la segunda vuelta para elegir a la o el próximo presidente de la República de Guatemala. Ojalá y en esta ocasión, no suceda lo mismo para que, quien llegue a la presidencia, tenga la legitimidad que, aunque muchos piensen lo contrario, no tendrán varios de los electos, precisamente, por el incremento de la desconfianza que se ha apoderado del electorado.
Como muchos recordarán, aunque no lo señaló, con pelos y señales, dada la ambivalencia en y de sus expresiones, el presidente Morales se refirió a la posibilidad de que las elecciones, no fueran del todo transparentes y esto, sembró la duda que más adelante, se fortaleció hasta generar una desconfianza que se ha ido agrandando, en la medida en que fueron surgiendo los errores de distinto tipo que se han descubierto y otros vicios que muchos piensan que existieron y que, a pesar de la presunción de su existencia, no se han señalado, tal el caso de las trampas, compra de votos y pago de vales que se repartieron para comprometer el voto y que, según se comenta, ya están efectuando algunos triunfadores, especialmente a residentes en el área rural donde se comete, como siempre, el crimen de lucrar con la pobreza y hasta la ignorancia de residentes en esos espacios geográficos.
Sería ingenuo pensar que, en el pasado proceso electoral, no hubo vicios que, por cierto, se han venido y siguen señalando en abundancia; están tan arraigadas las formas de implementarlos por parte de quienes los practican, que hasta se ha rebasado la poca fiscalización que hay para controlarlo por parte del Tribunal Supremo Electoral. Y como en el amor y en la política todo se vale, no queda sino esperar, y más que esperar, confiar en que la próxima administración –ejecutivo, legislativo, judicial y municipal- de muestras de que también se puede gobernar con honradez, transparencia, capacidad y compromiso social.
Por mala suerte no son pocos los que han traicionado al pueblo y, desafortunadamente, la desconfianza y el pesimismo, se han adueñado de la ciudadanía: se ha perdido la confianza y frente a una situación como tal, lo deseable es no perder la esperanza, algo difícil pero no imposible si por fin, nos gobierna una administración responsable que llegue a trabajar con y por el pueblo y no lo traicione y defraude, como ha sucedido en anteriores administraciones.
Reflexionando sobre el particular, es tanto y tanto lo que, desafortunadamente, hemos heredado de administraciones anteriores en todos los niveles y distas formas de hacer gobierno; por decir lo menos y con honrosas excepciones: corruptos, ladrones y similares de todos los colores y tamaños, han pasado por el ejercicio del poder: unos (los menos), están donde merecen estar por sus tropelías y otros (la mayoría), disfrutando en libertad del producto de sus corruptelas a costa del patrimonio de los guatemaltecos. Duele hacer estos señalamientos, pero, dolería mas -a quienes tenemos oportunidad de escribir en algún medio de comunicación-, no señalarlo, a no ser que calláramos vergonzosamente como vulgares cómplices o plumíferos maiceados por los corruptos que, hechas las excepciones, nos gobiernan.
Es momento entonces que quienes nos gobiernen en los próximos cuatro años, a partir de enero del 2020, piensen en la responsabilidad que les espera. En todos los equipos, aunque alguien piense lo contrario, ha habido, hay y habrá corruptos potenciales y efectivos: son potenciales los que no resisten la tentación de corromperse y caen en las redes de los manipuladores de profesión; son corruptos efectivos los amañados que viven del engaño, el robo y la manipulación que ya se ha engolosinado con el poder y tratan de mantenerlo por medio de la reelección, el transfuguismo y los trinquetes que los respaldan como profesionales del engaño y la traición. Sería injusto no reconocer que, también, hay honrados que son la excepción y en quienes se cifra la esperanza porque por fin, tengamos gobiernos transparentes que rindan cuentas para satisfacción de ellos, y del pueblo de Guatemala. Hechas las multi citadas excepciones, los que caigan en el otro rol o les venga el saco, deben vacunarse, recibir terapia o medicarse, contra el robo y la corrupción.
Soy un profesional comprometido con la transparencia, la crítica y la propuesta, e identificado con los problemas sociales; los intereses y necesidades de los de a pie. / lufesaldy@hotmail.com