Los guatemaltecos están indignados por la fiesta “clandestina” de adolescentes pertenecientes a las más altas esferas del país, contraviniendo el Estado de Calamidad y el Código Penal además ingiriendo bebidas alcohólicas desafiando al Estado, mientras hay ciudadanos muriendo por el Covid19.
No es la primera vez que desafían a la autoridad, empezaron circulando fuera del toque de queda, hicieron una manifestación y como el Estado no actúo, la guinda del pastel fue irse de fiesta. Los adolescentes que asistieron muestran irrespeto a las leyes, hoy desafían el confinamiento, mañana cuando crezcan elegirán cortes, serán diputados, desacatarán las resoluciones de la CC, lavarán dinero o huirán cuando los busque la justicia.
Esto no puede quedar impune, no basta con agarrar un conejillo de indias y decir que los organizadores pagaran las consecuencias; no es así, sin asistentes no hay fiesta, quienes asistieron y son mayores de edad deben responder, y, por honor los padres de los menores de edad deben ponerse a disposición de la justicia y el Estado trasladar a los “niños” a algún hogar para tutelarlos ya que sus padres han demostrado total incapacidad para criarlos, además son jóvenes en conflicto con la ley.
En el otro lado de la moneda los médicos y personal hospitalario luchando contra un sistema de salud agonizante que al día de hoy no les ha dotado de insumos de protección personal, médicos valiosos para la sociedad, al gobierno no le pedimos, le exigimos equipo de protección personal para el personal hospitalario. Como muestra de solidaridad comparto las palabras de un amigo médico muy apreciado:
Hoy estoy triste, porque murió el pediatra que salvo la vida de miles de niños, murió el maestro que formó nuevas generaciones, murió el Cirujano que no llegó a tiempo al cumpleaños de su hijo porque tuvo que salvar a unos mareros, murió la Dra. a la que sus hijos le dijeron Mamita #QuedateEnCasa, murió el Epidemiólogo, murió el Nefrólogo, murió el médico alegre que siempre llegó corriendo cuando lo necesite y saben por qué lloro? porqué las campanas no sonaron, porque no pude comprar rosas para cada uno de ellos, porque no puedo acompañar y abrazar a sus hijos, porque no pude darle el pésame a su esposa, esposo, su papá aquel Sr. que trabajo tan duro para sacar a su hijo de la universidad, a su mamá a la Sra. que con tanto amor durante años lavó y plancho los uniformes blancos, saben algo, solo a ellos les importa, solo a ellos les duele, porque estamos ante una sociedad indiferente y libertina que hace fiestas ocultas y bebe licor a boca de jarro mientras otros desde nuestra especialidad y ocupación luchamos por salvar vidas, porqué se contagió el Director del mejor Hospital de Guatemala, del Hospital Roosevelt y mientras orábamos por su salud, alguien público que le dieran aspirinas con limón, con burla.
Cuando elegimos esta profesión, lo hicimos con Amor, sacrificio y nos costó lágrimas, desvelos y hambre muchas veces, ninguno de nosotros pensó en ser Mártir de una Pandemia y hoy se van colegas, en soledad. A nadie le importa, mientras nosotros pensamos si seremos el próximo y las campanas tampoco sonarán…