Cuando un candidato (a) se siente débil o inseguro, frente a los demás contendientes, busca la manera de triunfar, SEA COMO SEA. De situación como tal y ejemplos, están llenos los procesos electorales y donde, Guatemala, no es la excepción: las trampas y la compra del voto, es lo que ha sido y seguirá siendo, por seculum seculorum, la forma acostumbrada en que muchos, acceden al poder; cuando menos, en tanto no se legisle sobre el particular y en nuestro país, no se le puede pedir legislar contra a la corrupción, a los que llegan mediante esta modalidad, al congreso. Al abordar este tema, se me ocurre rescatar un caso típico. En México, en el 2006, siendo candidato el hoy presidente, Manuel López Obrador, éste confrontó un fraude electoral ampliamente documentado frente al entonces oficialmente “triunfador”, Felipe Calderón. En la controversia, en una de las tantas entrevistas, se insistió en preguntarle sobre el fraude y el entonces, ya presidente –Calderón), insistió en que él, ganó la presidencia y dijo textualmente: “GANÉ; HAIGA SIDO, COMO HAIGA SIDO”. Desde entonces y hasta la fecha, esa frase y expresión, en el ambiente político, se sigue jocosa y frecuentemente utilizando en México.
Sería muy excepcional, si tratáramos de buscar y encontrar, en Guatemala, algún proceso electoral donde no estuvieran presentes los arraigados vicios del chantaje, las trampas y la compra del voto; a quien piense lo contrario, sería saludable que lo demuestre. Aunque, en forma mañosamente implementada, me atrevo a pensar que se practicó en la reciente elección; que quien tramposamente haya recurrido estrategias ilegales para cubrirse la espalda, no significa que no hayan habido trampas y compra del voto mediante las diferentes formas de implementarlo: repartiendo dinero, vales canjeables al triunfar, gorras y otras baratijas; comprando a líderes comunitarios, “regalando” materiales de construcción y otras tantas dádivas para presentarse como un Benefactor Franciscano o una Madre Teresa según se trate de candidato, o candidata. Estos ilegales procedimientos, para ganar una elección tramposamente, son axiomáticos y, si el Tribunal Supremo Electoral que sabe perfectamente de estas mafias quisiera, porque puede y tiene la obligación y facultades para hacerlo, implementar controles para, al menos, reducir en gran parte, las trampas y la compra del voto que sigue existiendo en los procesos electorales, otros serían los resultados; no hacerlo, es avalar y ser cómplice de estas ilegalidades que, siendo su deber, no las controla. Por mi parte, sin falso pesimismo, me atrevo a pensar que las trampas y compra del voto, existió, persiste en Guatemala en general y, también, en Quetzaltenango en particular. Estos y muchos vicios más, son y seguirán siendo un secreto a voces. Quien o quienes hayan triunfado mediante estas maniobras, deben reflexionar sobre esta ilícita e inmoral forma de concretar su ambición de alcanzar el poder tramposa y mañosamente pues así, lograron triunfar en la elección: alcanzaron la ambición de ser “legal y jurídicamente reconocidos” pero, nunca, gozar de lo más importante: LA LEGITIMIDAD frente a la sociedad en general, y los electores en particular.
No quiero ni debo concluir, sin complementar el comentario, con algo relacionado con el tema que no solo se presenta en el terreno político sino, también, en otros escenarios. En cuanto a procesos electorales para alcanzar cargos a nivel presidencial, legislativo y municipal se refiere (los gobernadores siguen siendo nombrados), el lugar más vulnerable para implementar trampas y compra del voto, es el área rural donde, este inmoral procedimiento, se convierte en un crimen político y social: en el área rural, los embaucadores, encuentran terreno fértil para, aprovechando la sencillez, buena fé, cierto grado de ignorancia y la pobreza y hasta pobreza extrema de muchos de sus habitantes, mañosamente los engañan y, además de engañarlos con falsos ofrecimientos, se burlan de su dignidad y pobreza con no cumplirles pues, no es raro, se olviden de ellos cuando ya están en el ejercicio del poder, situación que agranda más, la traición a los pobreza por cuanto, lucrar con la pobreza, dignidad y las necesidades de los pobres, es humillante; para calificarlo por su nombre: es un crimen, de lesa humanidad. Pero no se crea, la ambición por el poder, emborracha, es enfermiza, contagiosa, invasiva e irrefrenable. Como resulta lógico suponer, las trampas y compra del voto (oferta de cargos y otras prebendas), se da en muchas partes y organizaciones e incluso, se da en las altas esferas políticas, jurídicas y del medio intelectual. De los varios casos con que se podría ejemplificar, y, como para muestra basta con un botón, solo menciono tres casos: las elecciones para la presidencia, directivos y comisiones en El Congreso; elección de Los Magistrados del Organismo Judicial y directivas en Los Colegios de Profesionales de los cuales, en uno de los tantos, yo también formo parte. AMEN.
Soy un profesional comprometido con la transparencia, la crítica y la propuesta, e identificado con los problemas sociales; los intereses y necesidades de los de a pie. / lufesaldy@hotmail.com