El mundo es cambiante, las interrelaciones entre países, entre sus líderes, etc., es cambiante, nada es estático, aún más, con el aparecimiento de la tecnología, los especialistas dicen que el mundo se volvió una aldea global.
Junto a las relaciones financieras, comerciales y diplomáticas que se dan entre países, también hay implícitas otras necesidades que surgen precisamente de esas relaciones, por ejemplo, el control de aduanas, pago/cobro de impuestos de importación/exportación, control de plagas, pesticidas, medio ambiente, etc., en fin, nacen o surgen otras necesidades. A todo esto, inevitablemente surge otro fenómeno que por cierto, ha estado en el ambiente desde hace mucho rato, pero, en el caso de Guatemala se visibilizó fuertemente a partir del año 2015, me refiero a la corrupción.
¿Qué país está libre de este flagelo? Me atrevo a decir que, ninguno. Sin embargo, la calidad de vida de los habitantes de los países que están constantemente en la lucha contra este mal, es mejor que la de los habitantes de los países que están sumidos en altos índices de corrupción, es más los propios funcionarios de esos países, la fomentan. El índice de desarrollo humano de esos países –gobernados por corruptos- es alarmante. Es por ello que, las Naciones Unidas declaró en su oportunidad que, el combate contra la corrupción debe ser global, es decir, se debe y tiene que combatir en todos los países del mundo. Tanto es así que, casi, se han eliminados los famosos países considerados como paraísos fiscales, etc.
En el caso particular de nuestro país –Guatemala-, llegó a tal punto la práctica de la corrupción, que el propio Sr. Jimmy Morales –presidente del país-, lo consideró como una práctica normal. De esa cuenta, se deduce que, de parte de los funcionarios que hacen gobierno, los que realizan investigación y los que imparten justicia, un gran porcentaje de ellos, no les interesa el combate ni la lucha frontal contra la corrupción, simple y sencillamente porque son parte de ese mal y obviamente no quisieran perder su status quo.
En ese orden de ideas, el presidente electo –Dr. Alejandro Giammattei-, ha manifestado antes, durante y después de la campaña electoral 2019, que la Cicig dejará de funcionar a partir del 3 de septiembre 2019. Sin embargo, dice el presidente electo que, en lugar de la Cicig, pondrá a funcionar una Comisión que combatirá la práctica de la corrupción, además, combatirá las causas de la corrupción, cosa que la Cicig no hizo, solo metió a la cárcel a los corruptos, pero, no hizo nada para combatir la causa de tanta corrupción. Así como se oye, pues, parece tener sentido el argumento del Sr. Giammattei, para instalar la comisión nacional. Sin embargo, quiero recordarle al presidente electo que, precisamente cuando la Cicig, quiso combatir la causa de la corrupción, pegaron el grito al cielo, todos los que se sintieron amenazados e iniciaron su lucha frontal a favor de la corrupción y en contra de la Cicig. A este respecto, me refiero a las iniciativas para reformar la Constitución Política de la República, en lo que respecta al abuso cometido por funcionarios al ampararse en el goce de inmunidad; Ley Electoral y de Partidos Políticos, respecto al financiamiento de campañas, consideradas por la Cicig como el pecado original de la corrupción; Ley de Servicio Civil, respecto a plazas fantasmas; Ley de Contrataciones, respecto a la práctica de coimas para lograr contratos onerosos y corruptos con el Estado; etc., en fin, los que hemos seguido un poco el trabajo de los funcionarios y empleados de mayor y menor rango, sabemos con certeza que, la CICIG sí cumplió con su objetivo trazado desde el inicio, es más, estoy seguro que, ahora la población habla con más propiedad sobre la corrupción y su lucha frontal. Con toda honestidad debemos reconocer que, la Cicig no fue infalible, cometió errores, pero invisibilizar su trabajo por esos errores, es estar del lado de los corruptos. Gracias CICIG.
Contador público y auditor, docente universitario y ex alcalde comunitario.