Efectivamente el año 1902 fue un año aciago para la Ciudad de Quetzaltenango y sus alrededores debido a dos acontecimientos terribles. En primer lugar el terremoto del 18 de Abril, día de San Perfecto según el santoral católico. Y en Octubre del mismo año, el surgimiento del Santiaguito, con una erupción extraordinaria del Volcán Santa María que causó daños en la Ciudad y en el área de Palajunoj, en la Costa Sur e incluso en territorio mexicano.
Aquel 18 de Abril a las ocho y veinte de la noche los quetzaltecos fueron sacudidos por un movimiento telúrico que alcanzó una dimensión nunca más vivida en la Ciudad; y como consecuencia del terremoto viviendas y edificios se desplomaron, y otros se incendiaron, como el que albergaba a la Universidad de Occidente, entidad fundada por Decreto N° 167 firmado el 20 de Noviembre de 1876 por el Presidente de la República General Justo Rufino Barrios. Por temor a que el incendio iniciado en la sede de la Universidad ubicada en la calle de San Sebastián se propagara a otros edificios del centro de la Ciudad, la Municipalidad fue desalojada y temporalmente se instaló en el Parque a Centroamérica (entonces denominado como “Jardín La Unión”). Y en virtud que durante varias semanas continuaron los temblores muchos pobladores quedaron sin vivienda y fueron instalados en galeras construidas exprofeso en los antiguos campos de la Feria. Las Actas de ingreso al Cementerio General reportan ciento treinta y dos muertos como consecuencia del terremoto; muchas personas más resultaron heridas y fueron trasladados al Hospital San Juan de Dios, y otros atendidos por vecinos. Los servicios de agua potable y energía eléctrica quedaron suspendidos durante más de una semana.
El segundo desastre de aquel fatídico año ocurrió los días 24 y 25 de Octubre, cuando el Volcán Santa María hizo erupción y surgió en su costado sur el Volcán Santiaguito. La ceniza alcanzó hasta 30 kilómetros de altura, y luego se dispersó, junto a la lava volcánica (hasta 8 kilómetros cúbicos de magma, según estimación de expertos) por el área de Palajunoj en la Costa Sur. Y la ceniza alcanzó hasta Oaxaca, en México. Por ello, hubo después escasez de granos de primera necesidad, así como destrucción de pastos, con lo que el ganado vacuno disminuyó sensiblemente. La ceniza cayó especialmente sobre la ciudad de Quetzaltenango, por lo que el Alcalde Mariano J. López ordenó: […] a sus habitantes hace saber que con el fin de evitar que los techos de las casas se hundan por el peso de la arena, todos los vecinos procederán a la limpieza de los mismos, para lo cual la jefatura política suministrará los mozos indispensables […] Como consecuencia de estos dos fenómenos naturales, y temerosos de que pudieran repetirse, un buen número de residentes, especialmente extranjeros, abandonaron la Ciudad.
Pero como aspecto positivo, cabe destacar el aporte de los quetzaltecos que con energía y decisión trabajaron por recuperar la ciudad. Es así como inmediatamente se desarrolló la “Nueva Ciudad en el Barrio La Democracia” (hoy Zona 3), en terrenos que pertenecían al Estado, que planificó el Ingeniero Francisco Vela en forma reticular y con amplias calles y avenidas, y que el gobierno central urbanizó y donó a la Municipalidad de Quetzaltenango para su venta. Llama la atención la celeridad y profesionalismo conque el Ingeniero Vela planificó, ¡ en seis meses !, toda la “nueva Ciudad”. Igualmente se diseñó el trazo de lo que más tarde sería el Ferrocarril de los Altos en su ingreso a la Ciudad.
Lo que fue un año terrible, el de 1902, se revirtió más tarde en toda una nueva dinámica de crecimiento y desarrollo para la Ciudad de Quetzaltenango.