El contexto que actualmente estamos viviendo en Guatemala es apto para muchas cosas. No hay mal que por bien no venga. No es un tiempo para buscar culpables o criticarnos unos a otros, sino una oportunidad para unirnos y luchar con valentía contra el Coronavirus.
Es la primera vez en la historia de mi vida, que experimento un “toque de queda”. Es impresionante ver las calles y avenidas de las ciudades y municipios de Guatemala. La mayoría de guatemaltecos estamos siendo obedientes a las directrices emanadas desde el Gobierno central. Pero siempre hay unos cuantos “tercos” que no entienden y no visualizan la gravedad de este virus.
Esta crisis debe servirnos de trampolín para el comienzo de nuevas metas, nuevos propósitos. Yo espero, que luego de haber superado esta pandemia del Coronavirus, los guatemaltecos miremos la vida con nuevos lentes; ya no tendrá sentido ver la vida con lentes oscuros.
A todos Dios nos ha dado los talentos suficientes para amar más y mejor. Después de la tormentosa pandemia vendrá la calma. Cuando ya todo haya pasado, ¡ojalá! tengamos un poquito más de tiempo para lo más importante de la vida. El Coronavirus nos ha hecho descubrir nuestras flaquezas humanas; nos está haciendo tomar conciencia que en la vida lo más importante no son las cosas materiales y el dinero, sino los valores de la amistad, la cercanía y el amor que unos a otros podemos compartir todos los días.
El contexto actual no es fácil. El coronavirus nos ha puesto en jaque, pero no nos ha vencido. El diálogo personal y familiar con Dios es el mejor antídoto para vencerlo. La oración es importante. Pero nuestra oración tiene que ser con Fe, perseverante y con valentía (Papa Francisco).
La oración con FE significa que tenemos que creer realmente que Dios puede eliminar del mundo y de nuestra país al Coronavirus. La oración tiene que ser perseverante, es decir, orar día y noche hasta que Dios haga el milagro. Pero además, para hacer oración se requiere coraje y valentía. Hay que ser valientes y postrarnos ante Dios y decirle que haga desaparecer este virus del mundo.
El lugar para hacer oración, para reflexionar sobre nuestra vida personal, familiar y laboral es “la casa”. Según Yepes Stork y Aranguren Echeverría (2009) “los griegos definían la “casa” como el conjunto de todos los instrumentos que el hombre tiene para satisfacer sus necesidades” (pág. 86). Ahora que tenemos más tiempo para estar en la “casa” estamos descubriendo cosas nuevas (ropa, clavos, martillo, agujas, adornos, cadenas, cables zapatos, regalos, etc.).
Pero además de su casa física, está descubriendo su propia casa, es decir, su ser mismo. Recuerde que su cuerpo es templo del Espíritu. Y aunque no somos dignos de que Jesús entre en nuestra casa, una palabra suya basta para sanarnos, (Mt 8, 8). Dentro de “su casa” está descubriendo que ha descuidado a los suyos, que hay algunos hábitos que no le están ayudando a ser una mejor persona, que hay una necesidad de dejarse amar y amar sin medida.
Que Dios nos conceda la gracia de conocer nuestras dos casas: nuestro ser íntimo, y nuestra casa como espacio físico. Que el conocimiento de nuestras propias casas (nuestro interior y nuestro espacio físico en el cual habitamos) nos permita amarnos y amarlas cada día más. ¡Ánimo Guatemala! ¡Juntos saldremos adelante!
Dios es el motor principal de mi vida, me gustan los retos. Soy amigo de la verdad y enemigo de la hipocresía.