El uso de la carne molida como alimento data desde el principio de nuestra historia, pero un plato similar a la hamburguesa se detalla desde el Siglo IV de nuestra era, en el libro “Sobre materia de cocina”, de Marco Gavio Apicio, ya que era muy utilizado en el imperio romano. Incluso, cuenta la leyenda que el ejército de caballería de Gengis Kan se movilizaban de forma que no podían perder tiempo en parar para comer, así que estaban obligados a tener que alimentarse mientras cabalgaban. Para ello, ponían filetes de carne bajo las sillas de montar y así la carne se desmenuzaba con el trotar constante y se cocinaba con el calor animal. Marco Polo describió que con la carne de un poni podía alimentarse hasta a 100 guerreros en un día.
Para finales del siglo XIX se encontraba en los restaurantes del puerto de Nueva York un plato de moda llamado Hamburg Steak, un filete de carne picada a mano, salada, que se servía en un plato junto con cebollas, que llegó hasta esa tierra de la mano de los inmigrantes alemanes que llegaban. La popularidad del plato fue creciendo e incluso era uno de los menúes habituales para alimentar a los enfermos en los hospitales. Además, el hecho de contar con picadoras industriales llevó a que su elaboración fuera mucho más práctica y rápida.
Sobre el momento en que llegó el Hamburg Steak a servirse entre dos panes, son muchos los que se adjudican la invención. Una de las versiones es la que tiene como protagonista al cocinero Otto Kuasw que, en 1891, en un puesto de comidas en el puerto de Hamburgo (Alemania), solía ofrecer a los marineros la carne molida, frita en grasa, acompañada de un huevo frito, y servida entre dos panes para que sea más práctico el consumo. Muchos de estos marineros, al llegar al puerto de Nueva York, comenzaron a pedir en los restaurantes esa comida.