Cada 3 de mayo, además de celebrarse el Día de la Cruz, también se reconoce la labor de las personas que se dedican a la construcción.
Hoy es el Día del Albañil, un trabajo muy duro y que puede ser peligroso, pero que también deja grandes satisfacciones, pues les permite a quienes lo ejercen llevar el pan de cada día a su mesa.
«Este es un trabajo sagrado, pues la familia depende de él», comenta Manuel Pú Hernández, quien se ha dedicado a la construcción 24 de sus 54 años de vida, mientras labora en la reparación de una banqueta entre la 4a. calle y avenida Las Américas, zona 1 de Xela. Pú es trabajador de la Municipalidad de Quetzaltenango.
Para Andrés Chan, de 55 años, quien inicia el día a las 5.30 horas, la construcción es muy amplia. «Me gusta construir, si no me gustara no estaría en este oficio», explica.
«Para mí este es un trabajo excelente, pues cada día es diferente. Nos permite llevar el pan cada día a la mesa», cuenta Julio Hernández Chaj, de 52 años, y quien ha ejercido esta profesión durante 26. Es parte de la Jefatura de Gestión y Supervisión de Proyectos de la comuna.
Para muchas personas, los albañiles son conocidos por decir piropos o salir justo a la hora del trabajo, entre otras situaciones. “Con eso se nos relaciona mucho, y hay muchos compañeros que les gusta molestar diciendo piropos o silbando, pero no todos”, indica Óscar Santos, quien ha sido albañil durante 17 años, y agrega que ahora decir ciertas frases causa más molestia que antes.
“Tratamos de respetar el horario establecido”, señala Santos, con respecto a la fama que tienen de salir siempre puntuales de sus labores.